miércoles, 11 de abril de 2007

PARTE 1RA: HACIA UNA CONSERVACION INTEGRAL ALTERNATIVA: LA CIA-SUR


PRIMERA PARTE
SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR

Isa Torrealba y Fabricio Carbonell
ong_meralvis@yahoo.com
Tel/fax: +00+506+2618276
Apdo. 1854-3000, Heredia Costa Rica

Presentación:
Este artículo es parte de dos tesis doctorales
[1] en curso en el Doctorado de Ciencias Naturales para el Desarrollo (DOCINADE), un doctorado que inició en febrero del 2005 dirigido a profesionales con trayectoria reconocida, dentro de una concepción latinoamericana, a distancia e inter-universitaria. El mismo está formado por tres universidades estatales de Costa Rica (ITCR, UNA y UNED[2]); dos de México (UNAM y UACh[3]) y una de Nicaragua (UNAN[4]); además de tener el apoyo de dos instituciones de Cuba[5]. Nuestro diagnóstico se desarrolla sobre la base de una nueva propuesta de conservación que incluye a la transdisciplinariedad (la cual implica una fusión de diferentes disciplinas en múltiples dimensiones, a la vez que es dual y compatible con varios enfoques metodológicos) y a los seres humanos denominada: CIA-Sur, Conservación Integral Alternativa desde el Sur, desarrollada por la ejecutoria de la organización no gubernamental MERALVIS, que viene ejerciendo acciones en la región desde 1997. La misión de la ONG Meralvis es empoderar con enfoque de género a grupos no dominantes -indígenas, campesinos, mujeres empoderadas sobre la violencia-, principalmente de América Latina, a través del facilitamiento e intercambio de información sobre aspectos sociales y las tendencias actuales de la conservación, la biodiversidad y la vida silvestre. Al final, pretendemos fortalecer un cambio social que permita conservar la biodiversidad, vivir con justicia intergénero y fomentar la tolerancia y el entendimiento de las diferencias interculturales en pro de un mundo con armonía y paz.

Este trabajo toma elementos conceptuales de una gran variedad de autores, siendo los principales: Capra (2000), Diamond (2005), Farrel y Twining-Ward (2005), Gilman (1996), Houtart (2006), Lovelock (1965), María Novo y Pedro Muro (videoconferencistas de España y México, respectivamente, para el DOCINADE en el 2005). Asimismo, nuestro análisis pudo ser enriquecido gracias a las discusiones y artículos de nuestras clases de enfoque ambiental y social como docentes al nivel universitario; diversas notas de prensa actuales; y nuestra experiencia tanto en lo profesional como investigadores y extensionistas, como en lo personal.


Introducción:
El lado notable del ambiente, es la opción que tiene el ambiente natural de ser perdurable, sostenible o sustentable, de auto-regularse, de ser justo, su capacidad de resilencia, lo kaklavetza dentro de lo Gaia. Antes de explicar lo que es kaklavetza y lo que entendemos por Gaia, debemos partir de dos definiciones previas: la de “desarrollo sostenible” en nuestra acepción latinoamericana y la de “conservación de la biodiversidad” en nuestra visión desde el sur. Ambos términos y, más aún el primero, han estado sujetos a una inmensa cantidad de polémica.

En 1987 en el Informe de la Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo, conocido como Informe Brundtland, permite que se inserte en la agenda política mundial la definición de desarrollo sostenible. «Desarrollo Sostenible es aquel que atiende a las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. El ambiente debe ser entendido como una parte integrada de gran durabilidad en el desarrollo sostenible y no como un recurso a ser vaciado o malgastado por el llamado desarrollo “económico”» (WCED, 1987). Las interpretaciones y tergiversaciones son muchas debido a: 1ro) lo ambiguo de un “desarrollo que no menoscabe la garantía de vida para las generaciones futuras” y 2do) al uso del término sin la parte donde se explica que el ambiente debe ser entendido de una forma diferente y no solamente como un recurso a ser vaciado o malgastado por el llamado “desarrollo económico”. La diversidad de entenderes en las palabras claves de este concepto, deja abierto a que lo discutamos de muchas maneras diversas según sea nuestro sentir social, político, ambiental y económico.

Es por ello que el concepto centroamericano de la Alianza para el Desarrollo Sostenible (ALIDES), forjado en la Cumbre de Managua (1997) es mucho más preciso y lo entiende como un proceso de cambio progresivo que:
1. Contribuye con la mejora de la calidad de vida del ser humano; es decir, que todas las personas tienen acceso a una vida digna –no opulenta.
2. Propicia el crecimiento económico con equidad social, esto implica que el crecimiento económico tal como lo conocemos, debe ser limitado y no como se entiende según el enfoque Neoliberalista actual; para ello debemos vivir todos más simplemente, para que nuestra especie pueda simplemente perdurar.
3. Promueve medios de producción en armonía con el equilibrio natural; igualmente, esto implica que la producción no es ilimitada, ni por meros fines banales, sino que tiene un tope y está basada en las necesidades básicas de un ser humano promedio (necesidades muy diferentes y mucho más humildes que las de cualquier persona promedio en los países desarrollados de hoy; téngase en cuenta que el origen de esta definición es centroamericano, no viene desde el punto de vista de los países “desarrollados”) y que los medios de producción deben propiciar o tender hacia la armonía con la naturaleza –muy diferente a lo que sucede hoy día.
4. Busca la transformación de los patrones actuales de consumo; es decir, no es posible seguir manteniendo un mundo donde un 20% rico usa el 83% de los recursos mundiales.
5. Sustenta el equilibrio ecológico local, regional y global; es decir, no genera el desequilibrio que hemos generado actualmente con, por ejemplo, el calentamiento global.
6. Se convierte en un soporte vital de la región con ciclos de vida más allá de lo local; es decir, los impactos que se generan en una dada región no afectan adversamente otras regiones.
7. Respeta la diversidad étnico-cultural regional, nacional y local; es decir hay una gran variedad de formas de “desarrollo local” según sea cada etnia o grupo local, no únicamente el paradigma económico insostenible impuesto globalmente de acumular cada vez más.
8. Promueve la participación ciudadana vía la toma de decisiones; para contribuir a una verdadera equidad hay que tener una integración de enfoques de abajo hacia arriba con los de arriba hacia abajo;.
9. Permite a la ciudadanía convivir en forma pacífica y en armonía con la naturaleza; la lucha por los recursos ha generado demasiadas disputas y guerras, donde lamentablemente no se ha fomentado la armonía, sino todo lo contrario.
10. Garantiza la calidad de vida para las generaciones futuras; sólo si logramos cumplir los preceptos anteriores, esto podría ser una cercana realidad.

Esta definición implica, además, reconocer los problemas comunes de los centroamericanos: producción, pobreza y deterioro ambiental y además la inclusión conjunta de la economía, del aspecto social y cultural, así como del ambiental. Para evitar confusiones, llamaremos a este entender latinoamericano de desarrollo sostenible como “cambio perdurable”. El desarrollo implica necesariamente un cambio, no así un crecimiento continuo, ni mucho menos un afán desmedido por la acumulación.

Por otra parte, debemos explicar cómo entendemos a la conservación. En 1986, se definió a la conservación biológica como una metadisciplina, holística y multidisciplinaria, orientada a promover esfuerzos para conservar y mantener la biodiversidad del planeta a través de la investigación, la educación, la comunicación y otros aspectos aplicados (Soulé 1986). Por biodiversidad, muchas veces se enfatiza su componente biológico, pero la verdad es que el concepto incluye el aporte cultural de los pueblos. Es imposible imaginar la biodiversidad sin vincularla a su contexto de tiempo y espacio en particular y sin el aporte de las diversas culturas humanas que han mantenido, enriquecido y contribuido al cambio de esta biodiversidad a través del flujo e intercambio de recursos genéticos y el conocimiento asociado a éste (Solís 2001). La legislación de muchos países incluye como parte de su concepto de biodiversidad, sus elementos intangibles asociados a ella y el potencial de creación de los mismos asociado a sus recursos bioquímicos y genéticos.

Según nuestra interpretación, en la conservación de la biodiversidad es menester enfocar las visiones biocéntricas y antropocéntricas integradamente –ambas con igual ponderación. Esto implica que conservar da pie a “usar” y por tanto es impensable trabajar con el ambiente sin la gente. Esto es especialmente válido en América Latina, donde aún tenemos una cierta cantidad nada despreciable de valiosos recursos de la biodiversidad, rodeados de poblaciones rurales e indígenas que por centurias han conservado estos recursos. El que recientemente estén usando los recursos de una forma diferente y no perdurable dadas las múltiples presiones externas que tienen, aunado al hecho donde estas áreas se hacen más valiosas porque muchas otras han desaparecido y sólo ahora se reconocen como vitales para la humanidad debido a desencadenamientos globales como el calentamiento del planeta, no nos da pie ni a responsabilizarlos por los problemas globales, ni a menoscabarles sus opciones de vida.

Es importante entender que la vida es una sola integración de los más diversos sistemas funcionando como un engranaje con numerosos procesos y lazos entremezclados los unos con los otros. Natura sin humanidad no funciona. Humanidad sin natura no funciona. Por “natura” implicamos una biodiversidad apropiadamente conservada en cuanto a sus múltiples procesos de interconexiones ecológicas, salud ecosistémica y capacidad de resiliencia. Por “humanidad” implicamos accesos y derechos básicos de educación, igualdad y poder. Al decir del Jefe Seattle “no hemos tejido la telaraña de la vida, sólo somos un hilo dentro de la misma, lo que le hagamos a ella nos lo hacemos a nosotros mismos” (Capra 2000). La tendencia de ver el ambiente y la sociedad íntimamente relacionados sin considerar sólo enfoques ecosistémicos, eco-regionales, desarrollistas y económicos sino todos relacionados en iguales condiciones, es un enfoque que promueve la sostenibilidad, pero que aún no ha sido ampliamente implementado.

Podemos volver entonces a lo eminente del ambiente, a lo kaklavetza dentro de lo Gaia. Kaklavetza es un término Cabécar[6] que implica los poderes del viento, de la montaña, del agua, el fuego, los animales, la lluvia, las plantas, árboles y personas que viven un mismo territorio. Es el poder de lo local dentro de lo global. La palabra Kaklavetza, es una palabra holística que engloba los ecosistemas con el bienestar humano, entendida como una interrelación de reciprocidad y respeto, que se traduce en el bienestar indígena y el bienestar del ambiente. Además, otros elementos contribuyen al bienestar como son la “abundancia de los recursos” lugares de generación de vida y llenos de vida. La “seguridad cultural” (identidad, espiritualidad, salud, conocimiento), la “seguridad territorial”, la “seguridad alimenticia” y la “reciprocidad social y ambiental”. Los cabécares y los demás seres vivos son representados como semillas dentro de las historias de su origen, que da una idea de su identificación como elementos de los ecosistemas biológicos actuales. Por eso, es difícil separar los ecosistemas y sus servicios de su bienestar.

El cabécar tiene muy clara la relación ser humano-naturaleza porque es parte de ella. Los cabécares se tienen como formadores de biodiversidad. Estudios y prácticas tradicionales han demostrado que los cabécares y sus antecesores han contribuido en el aumento de la agrobiodiversidad. Existen ejemplos en la formación de nuevas variedades cultivadas de maíz, frijol, ayotes (Cucurbitaceae), entre otros, y a partir de esto el ser humano puede ser considerado también como “un bien” para el ecosistema (Ixacavaa, 2006). Para ellos, existe la percepción de que los ecosistemas regulan por sí mismos el acceso a sus propios recursos a través de “guardianes o dueños”, no humanos que vigilan las acciones humanas y sus normas; así, los recursos naturales y sus bienes tienen una fuerza vital (un espíritu) que hace que todos los seres vivos sean interdependientes con sus elementos.

Gaia, implica el planeta viviente como un ser total, cuyas propiedades no son discernibles solamente por las especies individuales o las poblaciones de organismos que viven juntos. Sus preceptos principales son que los organismos tienen una influencia significativa sobre su ambiente y que la vida y el medioambiente evolucionan como sistema, llegando a predominar el ambiente que favorece a especies dominantes

(Lovelock, 1965). Tal hipótesis sugiere que si los cambios en la composición de gases, temperatura o en el estado de oxidación de la Tierra son causados por perturbaciones extraterrestes, biológicas, geológicas, u otras, la vida responde a estos cambios modificando el ambiente abiótico a través del crecimiento y el metabolismo. Así, las respuestas biológicas tienden a regular el estado del ambiente de la Tierra a su favor. La Gaia es una entidad compleja que involucra la biosfera, la atmósfera, la hidrósfera y la litósfera terrestres; la totalidad que constituye una regeneración de sistemas cibernéticos que buscan un ambiente físico-químico óptimo para la vida en el planeta. En este sistema se acoplan estrechamente vida y medioambiente, en una evolución que involucra a la Gaia, no a los organismos vivos o al ambiente físico tomados separadamente.
La importancia de la Gaia y de Kaklavetza radican en dos nociones fundamentales de las cuales deriva un principio trascendental para la humanidad en pro de la perdurabilidad. La primera noción es la de las conecciones sistémicas –en el sentido de que el ambiente abiótico y el biótico se componen de muchas inter-relaciones mutuas complejas- y la segunda es la visión de la cultura humana y su alcance –el hecho de que muchas de estas relaciones mutuas complejas sean bastante delicadas y puedan ser alteradas por la actividad humana, incluso al punto de la ruptura. El principio vital derivado de dichas nociones es la sugerencia de que los humanos debemos aprender a respetar a la naturaleza, a kaklavetza en lo local, pero teniendo en mente a la Gaia en lo global. Debemos reducir nuestra modificación intencional del ambiente abiótico de la Tierra y de sus componentes bióticos. Es decir, nuestro respeto debe ser múltiple y traducirse en muchas acciones, aplicaciones, arquitecturas, industrias, diseños y productos diferentes.
Para trascender y llegar a un cambio perdurable debemos entender que son los sistemas como los de Gaia y Kaklavetza. Cada sistema complejo es único y tiene su propia identidad, no es un sistema simple como lo sería por ejemplo la física Newtoniana. Se trata de procesos complejos con diferentes inter-relaciones entremezcladas y conectadas en red de diversas formas y en varias intensidades que resultan en patrones y estructuras que se reflejan de muchos modos distintos. Son sistemas dinámicos, realidades que pueden operar, sistemas cambiables, impredecibles y sólo mínimamente explicables por una ciencia linear de causa y efecto. Su condición de estabilidad puede cambiar de estable a turbulenta y si su resiliencia es insuficiente, se puede cruzar un umbral dado, trayendo una sobre-presión del ambiente local; así, al cruzar este umbral, se vira hacia una condición menos productiva y posiblemente irreversible desencadenando una serie de resultados en cascada. La evolución de estos sistemas en un resultado de un proceso de auto-organización dirigido por el flujo de energía circular, materiales e información que se originan desde el sol y son organizados como idas y vueltas de retroalimentaciones. Algunas retroalimentaciones son reforzadoras y por tanto positivas –como lo sería la biosfera en relación con los otros sistemas del planeta en la tesis de Gaia, mientras que otras son reguladoras y por tanto negativas –como lo serían nuestras acciones dentro de lo Kaklavetza. Si
entendiéramos, reconociéramos y aceptáramos a kaklatveza como un sistema dinámico complejo, dentro de otro aún mayor (la Gaia), viviríamos de una forma diferente; al fin y al cabo todos compartimos los mismos átomos dentro de un mismo recipiente que nos sustenta.

Igualmente, la visualización de la interculturalidad de América Latina es crucial para forjar un cambio perdurable. Pero, ¿qué es cultura?. Se ha dicho que sin cultura no podemos ver, pero si nos quedamos pegados a ella estamos ciegos. Normalmente estamos tan inmersos en nuestra propia cultura, que no podemos entender a las gentes de otras culturas. Cuando viajamos, es como si lleváramos -junto con nuestro equipaje- nuestros propios lentes designados específicamente para nosotros, a través de los cuales ver, percibir y juzgar al nuevo ambiente. Si bien aprendemos otros idiomas, es mucho más difícil aprender todos los códigos inmersos en las personas. Dentro de la comunicación los especialistas opinan que entre un 40 y un 60% es un lenguaje “no-verbal” (corporal, gestos, ademanes...). Cuando no entendemos a alguien o no nos entienden a nosotros, el principal motivo es la falta de comprensión de la cultura. No en balde, podemos comunicarnos mejor con personas de nuestro mismo medio, sea este: un nivel educativo similar, una misma profesión, similar clase social, mismo idioma o nuestra propia familia. Cultura son las tradiciones y costumbres, transmitidas a través del aprendizaje, que rigen las creencias y el comportamiento de la gente.Ahora, podemos volver al principio vital derivado de las nociones de interculturalidad y sistemas complejos, en el sentido de que debemos aprender a respetar a la naturaleza: A kaklavetza en lo local, con la mente en la Gaia global. ¿Cómo podremos reducir nuestra modificación intencional del ambiente abiótico de la Tierra y de sus componentes bióticos?. ¿Cómo podríamos poner nuestro respeto de forma múltiple y tangible en acciones, aplicaciones, arquitecturas, industrias y diseños diferentes?. Para tener respuestas a estas preguntas proponemos cuatro caminos o subsistemas cruciales, que deben verse y analizarse íntimamente relacionados como parte del sistema general de la perdurabilidad.
[1] En su diagnóstico teórico global
[2] ITCR: Instituto Tecnológico de Costa Rica, UNA: Universidad Nacional, UNED: Universidad Estatal a Distancia.
[3] Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma Chapingo.
[4] Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León.
[5] Universidad de Ciégo de Avila y el Instituto de Investigación de la Caña de Azúcar.
[6] Etnia indígena del Sur de Costa Rica, Centro América.

Prohibida la reproducción de este documento sin autorización. El mismo es un documento elaborado para fines educativos. Favor citar la fuent. Los autores de este documento son investigadores en el campo de sociología de la conservación y docente universitarios, con una experiencia de más de 10 años.

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