miércoles, 11 de abril de 2007

PARTE 4ta y ULTIMA: SOLUCIONES DESDE EL SUR


PARTE 4ta o CONCLUSIONES
CONTINUACION DE: SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR. CONSIDERACIONES FINALES.

Isa Torrealba y Fabricio Carbonell

CONSIDERACIONES FINALES

Actualmente ya estamos pagando con creces nuestra irresponsabilidad e inconciencia. Análogamente a “La Guerra de Dos Mundos” (Wells 1965) actualmente hemos desencadenado una guerra entre dos grandes contrincantes. La razón piedra basal de esta guerra es que hemos generado múltiples cambios en la estructura, composición y funcionamiento tanto de las sociedades humanas, como de los ecosistemas naturales. Estos cambios han venido dados al haber usado la ciencia ideológicamente (a la tecnociencia) de la manera errada, por haberla puesto en un pedestal que no le corresponde. La hemos usado en favor de lo Anti-Kaklavetza o Contra-Gaia. La ciencia, a la par del arte, debe actuar como socia y no como rectora, hay que encastrarla con los valores, la moral y lo espiritual.

En sí, todo cambia siempre y de esto se trata la vida. Por ejemplo, muchas culturas Amerindias clasificaban los cambios en el medioambiente en impactos Mayores o Menores.
Los menores eran aceptados, los mayores serían penalizados en algún momento, más tarde o más temprano, incluso en futuras generaciones. Pero el problema actual no es el cambio, sino la dirección que seguimos en este cambio. En el decir del poeta Andrés Eloy Blanco, el camino lo hacemos al andar, en este caso es el camino hacia la guerra. Nuestro problema actual es el tipo de cambios que estamos haciendo. No es posible que sólo un 20% viva oprimiendo al 80% restante por la mala distribución de los recursos y que, además, genere un sistema que desbalancee a la humanidad cada vez más. No es posible que vivamos sobre las bases de un capitalismo extremo, de las políticas neoliberales. Es llegar a la pobreza y al fracaso de una forma tan inconveniente o peor de lo que sería el extremo contrario (el socialismo extremo o comunismo).

Hoy día, entre el 26% y el 37% de la superficie de la Tierra ha sido incorporada a la producción agropecuaria, no necesariamente de una forma sostenible ni como un paisaje agro-ecológico; si sumamos a esto el porcentaje usado en áreas urbanas podemos pregurtarnos: ¿cuántas áreas naturales vitales efectivamente conservadas quedan al nivel global y hasta cuándo?. Sin fotosíntesis no hay respiración. Adicionalmente, si dejamos de ver nuestro rol protagónico esencial, tampoco hay vida. Hemos triplicado el tiempo de residencia del agua en la tierra. Introducimos al ambiente tanto Nitrógeno como todas las vías naturales combinadas. ¿Quiénes están usando estos recursos y para qué?.

Es increíble que la tendencia actual sea la de mantener un mínimo de recursos ecosistémicos no energéticos protegidos -sustento de los sistemas naturales y de los sistemas agroalimentarios- y usar un máximo de los recursos energéticos -como el petróleo o el carbón-, siendo que debería ser “casi” exactamente lo contrario. Decimos “casi”, porque el uso máximo que debiera hacerse de los recursos naturales no energéticos, debería ser un uso sostenible, permitiendo la existencia de zonas naturales silvestres (terrestres y acuáticos), sistemas agroalimentarios y ecosistemas humanos (rurales o urbanos) en porcentajes que cada región o territorio debe determinar, partiendo desde un perspectiva local hacia una global. Sin embargo, el porcentaje mínimo indispensable que debe protegerse efectivamente de los recursos naturales energéticos, debe estar sujeto a una determinación desde lo global hacia lo local. Parece obvio que si unos se reproducen a una tasa muchísimo más rápida que los otros, lo ideal habría sido proteger más a los energéticos. Si bien al proteger los recursos no energéticos -vía parques nacionales, reservas biológicas y afines dentro de algún tipo de sistema de áreas protegidas- se puede proteger por rebote y extensión a los recursos naturales energéticos, la idea de su fundación era otra y no siempre están cuidando importantes yacimientos petrolíferos, por ejemplo.

En nuestra guerra actual el contrincante 1 es Kaklvetza-Gaia. Las estrategias que usa para defenderse como ser vivo son varias, bióticas, abióticas y una mezcla de lo biótico con lo abiótico. El calentamiento global, el incremento en cantidad, frecuencia e intensidad de desastres naturales, el resurgimiento de enfermedades previamente controladas, la aparición de nuevas enfermedades ocasionadas por virus no conocidos previamente o con mutaciones impredecibles, el SARS, SIDA, el dengue, la gripe aviar, la influenza pandémica son consecuencias de los ecosistemas enfermos y disfuncionales que intentan alcanzar un equilibrio. En realidad cada factor desencadenado es una compleja respuesta a diversos y variados mecanismos de relaciones en red.

El contrincante 2 es lo Anti-Kaklavetza o Contra-Gaia. Las estrategias usadas son del mismo tipo: bióticas, abióticas y bióticas-abióticas. Usamos la tecno-ciencia para crear los transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM), tenemos a la poderosa bioremediación como opción para eliminar la contaminación en ciertos lugares con ciertas características, podemos e
liminar a los cloro-flúor-carbonados (CFC) para detener el crecimiento del agujero en la capa de ozono. Pero el problema es que en realidad no estamos yendo a la raíz del problema, sino que estamos fallando en poder detectar incluso al problema más simple. Nos mantenemos poniendo
paños de agua caliente en una herida a vena abierta, acción que no podrá parar el desangre. No es posible controlar efectivamente los desencadenamientos tremendos que hemos generado, con acciones superficiales. Ante enfermedades y virus contamos con medicamentos cada vez más efectivos, lo mismo mutan los microorganismos. Es un círculo vicioso. Al final, seguimos haciendo cosas que favorecen nuestra propia destrucción y fracaso.

¿Cuáles son las especies dominantes que subsistirán de acuerdo a la tesis de la Gaia de Lovelock?. Nosotros no. En comparación con otras especies nuestra capacidad de adaptación es limitada. Siempre debemos modificar al ambiente para vivir en él. Le tememos. Puede que seamos especies más evolucionadas, pero no dominamos en el sentido de Gaia, ni en el de Kaklavetza. Estamos generando que el ambiente favorezca desproporcionadamente a los dominantes, a los microorganismos y todos aquellos seres con capacidades adaptativas ambientales superiores a las nuestras, como las cucarachas, las bacterias y los virus.

Los indígenas Kogis de la Sierra Nevada de Colombia ven la vida como un
telar: cada quien teje su propia vida con sus acciones. Ellos ven a la enfermedad como consecuencia de una vida en desequilibrio (no necesariamente por quien la sufre, sino por sus ancestros quienes hicieron acciones en desacuerdo con la Ley de la Madre o del Ley del Creador). El irrespeto a los derechos del prójimo -como el robo o el asesinato- es visto por ellos como una amenaza contra el orden del universo. Para ellos, el ser humano tiene dentro de sí el bien y el mal; lo que crea y lo que destruye como fuerzas opuestas y complementarias a la vez. Igualmente, en el decir del filósofo y educador freiriano Jacinto Ordóñez, la palabra Dios deriva del griego, que significa dualidad (dos): hombre y mujer, bien y mal a la vez. Para los Kogis el llegar a un equilibrio armonioso entre estas dos fuerzas es un propósito fundamental de la vida.


Nosotros, como seres humanos, tenemos la opción de seguir siendo parte de Kaklatveza-Gaia. La opción de optar por nuestro lado creador, en lugar del destructor; o al menos de balancear nuestro lado destructor con el armador. Debemos tender hacia un cambio perdurable con equidad de forma transdisciplinaria, de lo contrario el planeta Tierra como ser vivo continuará existiendo, con o sin nosotros.

Para más información sobre referencias y los autores consultar a:

Isa Torrealba,
Bióloga venezolana radicada en Costa Rica desde 1991, con una maestría en Manejo de Vida Silvestre, estudios especializados en Alta Gerencia de Proyectos y entrenamiento internacional en Extensión Rural. Posee capacitación en enfoque de género y coordinación de talleres, experiencia en educación ambiental, cultura Latinoamericana y cosmovisiones de grupos etno-raciales no dominantes y sus usos de la biodiversidad, experiencia docente universitaria en temas de manejo de vida silvestre, ambiente y desarrollo, historia socio-ambiental de Costa Rica. Ha participado en cursos internacionales sobre procesos multipartícipes y manejo de la información sobre biodiversidad. Su experiencia viene de Venezuela, Costa Rica, Holanda, Chile, Inglaterra, Estados Unidos y Nueva Zelandia. Actualmente es profesora de posgrado y asociada en cursos regulares de ambiente y cultura del Departamento de Programas Internacionales de la Universidad Veritas, labora como docente para la Universidad de Costa Rica en la Sede de Puntarenas y apoya acciones de la ONG Meralvis. www.geocities.com/maralvis.Isa.Torrealba.html.

Fabricio Carbonell
Agrónomo peruano con una maestría en Conservación y Manejo de Vida Silvestre. Con experiencia en comunidades indígenas de Perú, Chile, Bolivia, Panamá y en Costa Rica, en las áreas de uso comunitario de la biodiversidad y educación ambiental; también se ha desempeñado como director del Proyecto: “Conservación en Territorios Indígenas” llevado a cabo con Cabécares y Bribris de Talamanca en Costa Rica y Panamá. Participó en algunas reuniones para las evaluaciones ecosistémicas del milenio (Milleniumm Ecosystem Assessment, http://www.MAweb.org). Como investigador ha hecho trabajos con grupos indígenas y sus usos de la biodiversidad en Perú, Chile y Bolivia y estudios de especies amenazadas en el sector de Arenal y en el Parque Internacional La Amistad (en Costa Rica y Panamá). Es representante para la UICN de Costa Rica para el tapir y a través de Meralvis, está desarrollando un proyecto con jaguares y dantas en la misma zona y su relación con el desarrollo rural y turismo comunitario. Su experiencia viene de Perú, Costa Rica, Panamá, Colombia, la República Checa y Egipto. Adicionalmente, labora como docente universitario en la Universidad de Costa Rica en Turismo Ecológico de la sede de Puntarenas y apoya acciones de la ONG Meralvis.
www.geocities.com/maralvis.Fabricio.Carbonell.html.


Bibliografía citada

Alianza Centroamericana para el Desarrollo Sostenible (ALIDES). 1997. Foros internos rurales: Compartiendo una iniciativa hacia la sostenibilidad. Cuaderno de trabajo. Centro Internacional de Política Económica (CINPE), Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica.
Arciniégas, G. 2007. El papel de la cultura para reconstituir una vida sustentable. Trabajo encargado. Curso de Posgrado Far Side. Universidad Veritas, Costa Rica.
Capra, F. 2000. Ecology, community and Agriculture. Center for Ecoliteracy. USA.
Farrel y Twining-Ward, 2005. Seven Steps Towards Sustainability: Tourism in the Context of New Knowledge. Journal of sustainable tourism Vol. 13, No. 2: 109-122.
Diamond, J. 2005. Collapse: How Societes Choose to Fail or Succeed. Penguin Groups, New York, USA.
Ferreto, A. 1985. La creación de la tierra y otras historias. Historias del buen Sibú y de los Bribris. EUNED, San José, Costa Rica.
Gilman, R. 1996. Design for a Sustainable Economics. One of the articles in Dancing Toward the Future (IC#32) . Copyright Context Institute 1996. www.context.org/ICLIB/IC32/Gilman.htm
Houtart, F. 2006. Movimientos sociales, cambio y esperanza mundial. Conferencia. Instituto de Estudios Latinoamericanos (IDELA), Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica.
Ixacavaa, 2006. Jutsini, la casa bonita: ecosistemas y bienestar cabécar en la cuenca del río Chirripó, Costa Rica.
Lovelock, J. 1965. Gaia: A new look at life on Earth. Oxford Univ. Press, New York, Estados Unidos.
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Soulé, M. 1986. Conservation Biology. The Science of Scarcity and Diversity. University of Michigan, Massachusetts.
V erhofstadt, G. 2002. Carta abierta al movimiento por otra globalización. Opinion, Periódico La Nación, Costa Rica. http://www.nacion.com/ln_ee/2002/noviembre/03/opinion8.html
Wells, H. 1999. La Guerra de los Mundos. Ed. El Mundo, Madrid.
World Commission on Environment and Development (WCED). 1987. Our Common Future. New York: Oxford University Press. USA.
Prohibida la reproducción de este documento sin autorización. El mismo es un documento elaborado para fines educativos. Favor citar la fuente. Los autores de este documento son investigadores en el campo de sociología de la conservación y docentes universitarios, con una experiencia de más de 10 años.

PARTE 3ra: LA RESPONSABILIDAD SOCIAL HUMANA



PARTE 3ra
CONTINUACION DE: SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR.
Isa Torrealba y Fabricio Carbonell

SUBSISTEMA DE RESPETO POR KAKLAVETZA Y GAIA

Adicionalmente al agotamiento de recursos naturales por su uso excesivo e insostenible, generamos productos que generan un desbalance. Otra causa principal que ha hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, es la generación de un desbalance sistémico al nivel humano y al nivel del planeta. Al nivel humano estamos poniendo en jaque al sistema de sociedades humanas y al nivel sistémico hemos puesto en jaque a la Tierra tal como la conocemos hoy.

El desbalance que hemos generado al nivel del planeta, es palpable en la generación de productos o agentes químicos que quedan liberados en los sistemas de la atmósfera, litósfera e hidrósfera a una tasa mayor que la capacidad de la biósfera de degradarlos –cuando esto es posible-, lo cual implica un riesgo mayor no sólo para la humanidad, sino para el sistema del planeta Tierra tal y como lo conocemos actualmente. Si comprendiéramos que la materia circula continuamente a través de la telaraña de la vida, sabríamos que es imperante parar los desencadenamientos desastrosos que hemos generado y no seguir desencadenando más consecuencias irresponsables. Si hubiéramos hecho un uso sostenible de los recursos naturales y si no hubiéramos desbalanceado el sistema humano, posiblemente no habríamos generado agentes químicos hacia la atmósfera, litósfera e hidrósfera; ni tampoco habríamos movido componentes o partes de la biósfera sin antes haberlo pensado dos veces. [Vale decir que como “uso sostenible” entendemos la utilización de los componentes de la biodiversidad de un modo tal y a un ritmo tal que no se ocasione la disminución a largo plazo de la diversidad biológica, con lo cual se mantienen las posibilidades de ésta para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones actuales y futuras].

Por ejemplo, las pérdidas en lugares como Australia o Nueva Zelandia por especies introducidas (partes que hemos movido de la biosfera), son enormes. Cada año deben invertir un gran pedazo presupuestario solamente en mantenerlas “a raya”. El calentamiento global actual es descomunal (producto de componentes que hemos generado hacia la atmósfera, como el CO2). El ingreso de energía del sol ha aumentado en un 25-30% en los pasados 3.5 mil millones años, siendo que Ios datos históricos del clima indican que la temperatura de la Tierra sólo ha fluctuado unos 5° Celsius del promedio actual de la temperatura media global de 15° Celsius. Compárese este dato de 3,5 millones de años con una fluctuación de apenas 5º C y los cambios que hemos hecho en los últimos años: en el siglo XX la temperatura media anual incrementó 0,6 ºC, pero especialmente desde mediados de los 1970s el ritmo de subida ha sido de casi 0,1 ºC por década!. Asimismo, hoy día es posible encontrar trazas de contaminantes sintéticos, como el PVC, en lugares altamente distantes (productos generados hacia la litósfera y trasladados vía la hidrósfera, que no pueden ser biodegradados).

Gran parte de las consecuencias que estamos sufriendo provienen del tipo de economía en cual estamos sustentándonos actualmente en el mundo. Si propendiéramos hacia otro tipo de economía, la situación podría revertirse. Así, la economía sostenible
(sensu Gilman, 1996) implica un gran cambio en cuanto a la economía tradicional. En lugar de
Tierra se habla de Capital Ambiental, en lugar de
Labor o Trabajo se habla de Capital Humano, en lugar de Capital se habla de Capital Manufacturado -incluyendo a cualquier tipo de capital fabricado con la mano del ser humano o manufacturado-; y, adicionalmente, se incluyen otros capitales antes no incluidos: el
Social-Organizacional y el Crediticio. Así, en esta economía hay dos grandes capitales: el Ambiental, que comprende o del cual depende el capital manufacturado y el Humano, el cual comprende o del cual dependen tanto el capital social-organizacional como el crediticio. Los principales factores limitantes del capital humano son los límites impuestos por el tiempo (en los grupos pudientes o en las sociedades desarrolladas donde el tiempo es un valor) y, en muchas partes del mundo (como los sectores de escasos recursos), la competencia por la comida, agua dulce y limpia y otros materiales del medioambiente que son, al final de cuentas, la base del capital humano.

En la economía sostenible de Gilman el capital humano expande la idea de labor o trabajo, para incluir su calidad y cantidad; incluye la salud y la motivación de los seres humanos, y no solamente sus habilidades y conocimiento. Los capitales social y organizacional (SOC) y crediticio son formas de capital visualizadas por la economía sostenible. El SOC incluye toda la parte no física de la cultura, el software interpersonal que capacita a las sociedades y organizaciones para funcionar: hábitos, normas, roles, tradiciones, regulaciones. El SOC es una forma diferente de capital humano ya que éste es parte de un individuo, mientras que el SOC es transpersonal -puede permanecer en una organización aun cuando sus individuos que la componen vayan y vengan. El capital crediticio es el reservorio de créditos y promesas, así que incluye dinero y deudas; es como un tipo especial de SOC el cual antes no se consideró porque sólo se conderaban los bienes y tan sólo desde fines a mediados de los 1980s es que se habla de bienes y servicios.
Un problema que tiene es que funciona como medio de transferencia de dinero de los ricos hacia los más ricos en cualquier sociedad. Por tanto, su verdadero valor subyace en cómo lo usemos y a quién beneficia, así como cuánto hay disponible.


En la economía sostenible de Gilman el capital ambiental expande la idea de la “tierra” (suelo o agricultura) para incluir a todos los sistemas naturales, tales como la atmósfera, los sistemas biológicos y hasta el sol. Los sistemas naturales son sistemas activos, no son recursos inertes, cuyo funcionamiento depende de la calidad del ambiente y cuyos resultados impactan -para bien o para mal- a todos los otros capitales y afectan directamente –más tarde o más temprano- toda la actividad humana. El capital manufacturado incluye, como el capital convencional, edificios, herramientas y equipos; sin embargo, es crucial notar que aquí el valor del capital anufacturado yace en su USO y no en su producción o disposición. El capital manufacturado es ampliado en esta economía por dos vías:
(i) incluyendo ahora todos los bienes y cosas de las casas (lo convencional era considerar como capital solamente los materiales y equipo usados por los negocios); y
(ii) incluyendo cualquier cosa física que haya sido manufacturada y no haya sido aún retornada al ambiente. Este tipo de capital es la fuente de ideas convencionales de la economía tradicional: que cada objeto puede ser usado sólo una vez en un momento y lugar dados y que siempre se deteriora, por lo general más rápido con el uso.
Como parte de un SISTEMA, el capital manufacturado tiene las mismas opciones reproductivas del capital humano y del ambiental.

Así, en teoría este capital crece exponencialmente, como las poblaciones humanas, a menos que esté limitado por otros factores. Entonces, ¿qué impone las mayores restricciones al capital manufacturado?: El capital ambiental. Tómese en cuenta que al inicio del ciclo de vida de un objeto, el capital ambiental puede dar sólo una cantidad limitada de recursos o materia prima energética (petróleo) y sosteniblemente puede suministrar sólo un flujo limitado de materiales naturales (madera). Asimismo, al final del ciclo de vida, cuando el objeto retorna al medioambiente como desecho, los sistemas naturales tienen una capacidad limitada de asimilar (degradar, usar, revertir) esta salida del capital manufacturado, tanto en términos de cantidad como de calidad; e incluso puede haber ciertos componentes manufacturados que no puedan ser degradados nunca o que conlleven demasiados años para ello, lo cual implicaría un mayor coste para el medioambiente.

Debemos propender hacia una economía sostenible con sistemas políticos diferentes. Implementar una economía para la sustentabilidad, implicaría una revolución tanto al nivel político como económico en el mundo de hoy. Nos es vital destruir para poder re-crear, re-construir. Por ello, mientras se promueve la destrucción del sistema actual debemos promover la resiliencia ante las perturbaciones. El aprendizaje de la resilencia es el de la sustentabilidad, debemos aprender a ser más resistentes, maleables, elásticos, a revertir lo negativo y reconvertirlo en algo positivo. Ante gobiernos inoperantes y economías insostenibles: una flexibilidad inteligente. Tenemos un mundo lleno de incertezas que está cambiando constantemente y evolucionando, donde facilitar la resiliencia hacia la perturbación se hace crucial.

Debemos destruir la ideología de la insostenibilidad que se nos ha enseñado por años, así como los productos contaminantes y procesos generados a través de ella (traslado de especies). Para construir un cambio perdurable, debemos primero que nada destruir los cambios imperdurables que hemos generado. Sólo si destruimos en nuestras mentes primero, podremos luego construir. Hay que deslegitimar a los sistemas extremos altamente imperialistas e insostenibles, llámense Neoliberalismo o Comunismo. Hay que generar un sistema político diferente que permita esta destrucción, para luego fomentar la reconstrucción, una re-creación diferente y propia de cada lugar y circunstancia.


SUBSISTEMA DE FOMENTO DE UN SISTEMA HUMANO HUMANITARIO

Si consideramos que la vida tomó lugar y reinó por cooperación, asociación y redes de acción, entenderíamos que debemos propender hacia un balance sistémico al nivel humano. Si las poblaciones humanas aumentan sin control alguno y junto a ellas viene emparejado un incremento de su impacto ambiental negativo, atentamos contra el sustento de la vida, lo cual puede ser irreversible y contribuir a incrementar aún más las disparidades que existen. El principal problema aquí no parece ser cuántos somos, sino cuánto impacto dañino sobre los sistemas de vida generamos por nuestras prácticas culturales, educativas y estándares de vida basados en los paradigmas erróneos. No es algo tan simple como el mero control poblacional, ya que hay estimaciones de que la Tierra podría soportar incluso hasta 11 o 12 mil millones de personas viviendo con la sostenibilidad en mente y armónicamente con su medioambiente (actualmente habemos 6 mil millones). Los debates sobre si podemos llegar a una tasa nula de crecimiento son muy polémicos. Lo que sí está claro es que con las características actuales la Tierra con nosotros en ella no puede sobrevivir por mucho tiempo (las polémicas de cuánto tiempo duraremos también son muy diversas).

El primer paso a dar es concientizarnos socialmente para asumir nuestras responsabilidades con las generaciones actuales y futuras. Sólo desde el siglo XX (1970s) el mundo mantiene un 20% rico y un 80% oprimido (Houtart 2006); así el 20% de población rica en el mundo usa el 83% de los recursos mundiales. El patrimonio neto de las 200 personas más ricas del mundo supera los ingresos del 40% de personas del mundo (2,400,000,000). Actualmente, los estándares de vida tenidos en el llamado “1er Mundo” son altamente insostenibles y mantenidos por las poblaciones del llamado “3er Mundo”. En promedio cada persona de las naciones desarrolladas produce 32 veces más desechos que el resto del mundo que tiene mucha más población (Diamond 2005). En el mundo actualmente tenemos unos 190 países, de los cuales unas 30 naciones ricas han incrementado los salarios de sus trabajadores, pero en 80 países pobres los salarios han disminuido en los últimos 10 años (Organización Internacional del Trabajo, Verhofstadt, 2002).
La biodiversidad está polarizada inversamente a lo que está la riqueza; sin embargo, el énfasis se coloca en la pobreza y no en la riqueza. Para que el grupo mayoritario deje de ser pobre, otros deben dejar de ser descomunalmente ricos. Vivamos más simplemente para que nuestra especie pueda subsistir.

La clave aquí es la educación: Reaprender a aprender. Primero que nada asegurarse que se tiene acceso a ella y segundo, pero no menos importante, velar porque se tiene acceso a la información correcta. El llegar a tener poblaciones humanas estables, con salud y una vida digna, con un crecimiento económico limitado en una sociedad cero desechos, no estaría tan lejano si lográramos revertir ciertas enseñanzas paradigmáticas suicidas aprendidas especialmente en el siglo XX,pero iniciadas a aprender desde antes. Lo peor de estas enseñanzas no es que tengamos que desaprender ciertas cosas para reaprender otras, sino que aprendimos a “no aprender”. Se nos vetó en gran medida la posibilidad de aprender correctamente y de ver el mundo como es en realidad. En el decir de Platón « Lo que vemos son sombras, no es la realidad» y en el decir de los indígenas Bribri aquí nada es real, no podemos ver a Suré (Suré es el lugar detrás de donde nace el sol, el mundo de verdad; aquí es la Tierra, donde nada es real) (Ferreto, 1985). Sólo cuando sufrimos acontecimientos altamente dolorosos e impactantes o que por nuestro estilo de vida logramos palpar la dura realidad de otros lugares, es cuando tenemos ocasión de verdaderamente aprender –si es que el medio nos lo facilita, lo cual puede que no ocurra.

La educación es una forma de moldear a las personas a través del tiempo para llegar a convertirles en “seres humanos”. Este modelado se hace proporcionando y recibiendo información, pero la forma como se maneja esa información es crítica y decide lo que al final resultará. Así no educamos para la no-violencia, ni para el no-racismo, mucho menos para mantener una paridad en las relaciones de poder... sino que casi todo lo contrario. Se habla de educación para la paz, igualdad de todos los seres humanos, etc... pero no se practica. La educación formal es la que entra a través de las instituciones (escuelas, universidades, etc.), pero hay mucha educación no-formal. Por ejemplo, a través de la prensa escrita, la T.V., la radio, la comunicación entre las personas, la internet y otros medios. Este tipo de educación es decisivo en la formación de los seres humanos.

Práctica el “no daño” y “haz lo correcto” han sido algunos intentos (entre otros) por revertir ciertas tendencias del sistema y se sigue intentando cambiarlo, pero mucha de la base está en la economía actual que es mantenida por paradigmas como “tener más”, “llegar más lejos” y otros. Se habla de “derechos humanos”, pero no se practican. Actualmente se educa muy poco para la “perdurabilidad”, para la “humanidad” o para la “no violencia” de una manera efectiva.

Por ejemplo, la violencia es una acción u omisión que trae como consecuencia un daño a la integridad de la víctima; daño que puede ser físico, psicológico, económico, sexual. Las acciones u omisiones no se deben juzgar por las “intenciones aparentes” o con las cuales las camuflan, sino por los resultados que traen los cuales desenmascaran las verdaderas intenciones atrás de dichas acciones u omisiones. Es una práctica ejercida por quienes creen que tienen derecho a tener el control y a intimidar sobre los que tienen menos poder. Esta práctica es:

Aprendida
Consciente
Guiada (es decir con un fin de algo)
Es una consecuencia de:
- una organización social estructurada sobre la base de:
- la inequidad (diferencias y desigualdades)
- y de relaciones desiguales de poder.

Así, violencias como de tipo “género” (hombre-mujer o mestizos-indígenas) o “edad” (adultos a menores y ancianos) son expresiones brutales para dominar y subordinar por parte de unos grupos sobre otros; es un asunto de poder. La violencia conviene como herramienta eficaz de dominar; pero no como herramienta de perdurabilidad para la vida, ni como herramienta de sustento de la humanidad.

Sin embargo, podemos fomentar las industrias culturales (Arciniégas 2007). Cuando se habla de los centros de concentración humana, se tiene que pensar en todos. Las naciones, las ciudades, los pueblos, las comunidades necesitan desarrollar su lado creativo. Tienen que cultivar e impulsar innovaciones económicas, políticas, sociales y culturales, así como fomentar estrategias que promuevan la recuperación socio-cultural y artística de estos lugares. Algunos hablan de “ciudades creativas” con políticas e incentivos económicos para el conocimiento y la información. Se piensa en un nuevo conocimiento que comprende la creatividad, y sobre todo la creatividad tecnológica y artística.

Es una idea revolucionaria que pone a la creatividad, al conocimiento y al arte en el centro del desarrollo humano sustentable. Ya desde la época de la revolución industrial del siglo XIX, algunos pocos ilustrados pensaban en “economías del arte”. Economías basadas en la actividad y receptividad creativa del ser humano. Decían que las obras de arte tienen tanto un objetivo funcional como artístico. Que las obras artísticas contribuyen a la vida del ciudadano, así como a su sentido de humanidad. De igual forma, se hablaba de una humanización del trabajo, es decir, un quehacer libre y creativo en contraposición con el trabajo forzado, impuesto por terceros que más bien tendía a apoyar la producción en masa y el consumo desaforado que llevaría a la vida deshumanizada que hoy día se ha llegado a padecer en casi todos los rincones del planeta.

Con esta innovada filosofía del desarrollo, se abren grandes posibilidades para las industrias culturales e igualmente para las personas creativas. El arte y la cultura tienen el valor de reconstituir la vida de manera sustentable a partir del fomento de la identidad de las comunidades, la creatividad, la unión de los ciudadanos. Las comunidades tienen que promover paradigmas nuevos para que sus ciudadanos se inclinen a actividades no relacionadas con la destrucción del ambiente, sino más bien con la creatividad individual y el talento. Industrias culturales como el diseño, la arquitectura, las artes audiovisuales y del espectáculo, la radio y la televisión, la música, la pintura, la escultura, la danza, la literatura o la publicidad pueden llegar a ser muy productivas y de alto rédito. Todo ciudadano debería de involucrarse en alguna actividad creativa para asegurar una mejor calidad de vida. Los bienes culturales son de menor impacto al ambiente que los bienes comunes de consumo que hoy día dominan el mercado y ciertamente, son de mucho menor costo en todo los sentidos imaginables. Esta perspectiva modificará el paradigma de la educación y permitirá grandes cambios en las políticas de protección del medioambiente, así como la preservación del patrimonio cultural e histórico de las comunidades.

Debemos construir una sociedad diferente y transdisciplinaria; así como re-inventar nuestros ecosistemas urbanos. Debemos aprender a vivir interculturalmente con justicia, solidaridad, trabajo en redes de cooperación y promoviendo la equidad y no la disparidad entre seres humanos a través de una educación para la humanidad y para la no violencia. Al fin y al cabo, todos los seres humanos somos seres vivos de la misma especie que compartimos un espacio y una serie de recursos limitados junto con otras especies de las cuales dependemos para subsistir, de allí que el vínculo entre los ecosistemas urbanos y los recursos naturales siempre debe ser considerado.


Prohibida la reproducción de este documento sin autorización. El mismo es un documento elaborado para fines educativos. favor citar la fuente. Los autores de este documento son investigadores en el campo de sociología de la conservación y docentes universitarios, con una experiencia de más de 10 años.

PARTE 2da: LA RESPONSABILIDAD AMBIENTAL HUMANA


PARTE 2da: CONTINUACION DE:
SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR. SUBSISTEMAS 1 y 2.

Isa Torrealba y Fabricio Carbonell


SUBSISTEMA DE USO PERDURABLE DE LOS RECURSOS ECOSISTÉMICOS NO ENERGÉTICOS

Entre las principales causas raíces que han hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, cuenta como causa madre el uso desmedido e insostenible de recursos naturales valiosos, los cuales forman parte de los ecosistemas pero no constituyen una fuente energética directa. En el caso de recursos como el suelo, árboles y especies alimenticias (maíz), si se conlleva a su pérdida imparable o a su destrucción masiva llega un momento umbral en el cual las sociedades humanas no pueden promover la vuelta hacia el punto de resiliencia; ante la imposibilidad de un retorno, la caída de la humanidad ligada a ellos es inminente. Es por ello, que uno de los caminos que debemos seguir es el mantener a largo plazo los recursos bióticos, tanto los naturales como los sistemas de producción agroforestal; tantos y tan diversos como sea posible, ya que la diversidad asegura la resiliencia en el funcionamiento de los sistemas. En el caso los recursos bióticos naturales, es importante parar aquellos aspectos que antes han llevado a otros al fracaso: la deforestación excesiva (Haití), el cambio en la estructura del bosque (Isla de Pascua), la tragedia de los comunes (sociedades dependientes de recursos marinos). En el caso de los sistemas agroalimentarios, debemos detener la pérdida del suelo a una tasa mayor que la de su formación, así como el lavado de nutrientes en los sistemas terrestres y su descarga excesiva en los sistemas acuáticos. En otras palabras, debemos parar la reducción de la biodiversidad a una tasa acelerada junto con la pérdida de servicios ecológicos que nosotros no podemos sustituir, al mismo tiempo que seguir produciendo los alimentos que requerimos.


Debemos mantener los procesos ecológicos esenciales para la vida en el planeta, así como preservar y restaurar los sistemas vitales y la diversidad genética. Esto implica hacer efectiva la conservación biológica, pero no necesariamente sobre la base del sistema de áreas protegidas como actualmente lo conocemos para América Latina. Escindir a las sociedades humanas rurales e indígenas de las zonas naturales no resuelve el problema, porque la separación muchas veces no es efectiva y sólo se logra en el papel. La clave es integrarlos como protectores del bosque y de los ecosistemas acuáticos que muchas veces sus ancestros lograron conservar por centurias y no impedirles del todo los usos de la biodiversidad, puesto que ellos no han ocasionado su merma mayoritaria. La merma ha venido de muchas partes y redes, así como de grandes industrias y compañías transnacionales que han efectuado una deforestación masiva o una pesca abusiva.

Debemos asegurar el aprovechamiento sostenido del suelo y las especies que nos alimentan junto con los ecosistemas que las sustentan; así las prácticas de cosecha sostenida deben velar por la calidad ambiental y asegurar la continuidad de los ecosistemas. Dado que la producción del agro nos sustenta, es importante no perder de vista las cosas verdaderamente importantes: La vida debe ser la supremacía de la sostenibilidad y no el mercado. Por ejemplo, la revolución verde implicó aquellos procesos que fueron implementados después de la 2da Guerra Mundial, supuestamente para incrementar el rendimiento agrícola en las regiones menos adelantadas del mundo sobre la base de cultivos con alto insumo de químicos externos y fertilizantes dependientes del petróleo. Este hecho está basado en el mercado, sin considerar que se hace a expensas de un tremendo costo ecosistémico -en lo natural- y socio-económico asimétrico -en lo humano. Seguir este tipo de estrategias es como querer hacer uno una casa estilo occidental en un manglar (donde los suelos no son firmes y las condiciones cambian constantemente). Son sólo falsas expectativas sobre tener más que no se sostendrán a largo plazo.


En lo Kaklavetza, debe haber un porcentaje máximo de recursos ecosistémicos conservados para la vida. Al nivel local-territorial o regional, debe haber entonces un porcentaje de áreas naturales cuidadas y usadas sosteniblemente interrelacionado con un porcentaje de sistemas agroalimentarios cultivados de una forma perdurable. En lugar de un Sistema de Áreas Silvestres Protegidas, debería hablarse de un ordenamiento territorial diferente: Sistema de Ecosistemas Humanos, Agropaisajes, Áreas Silvestres terrestres y acuáticas para la vida.


SUBSISTEMA DE USO PERDURABLE DE LOS RECURSOS ECOSISTÉMICOS ENERGÉTICOS

Otro de los motivos principales que han hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, es el uso desmedido e insostenible de recursos naturales energéticos “antes llamados no renovables”[1]; altamente valiosos porque son usados como fuentes directas de energía, pero si no se tienen en cuenta los topes existentes en la naturaleza, se promueve el fracaso de las sociedades que se basan en ellos. Ya que toda la energía que conduce los ciclos ecológicos vitales proviene primariamente del sol, es necesario concientizarse de lo que significa esta derivación energética: tender hacia un sistema de energía sostenible basado en energías limpias combinado inteligentemente con las energías primarias que estamos usando actualmente. Si no nos concientizamos de que los combustibles fósiles tienen un tope y que el agua dulce –fuente de energía hidroeléctrica- disponible actualmente también está limitada, seguiremos haciendo un uso de estos recursos el cual es inapropiado para la vida en el presente actual y en el futuro cercano. Por un lado, con su uso inapropiado hemos generado parte del calentamiento global y por el otro, las generaciones futuras no tendrán suficiente fuentes energéticas ni ríos ecológicamente sanos para subsistir.

Debemos aprender a producir consumiendo cada vez menos energía y menos materia prima. El principal problema del cambio del sustento primario en los combustibles fósiles y del malgasto de la energía hídrica transformada a eléctrica, no es la implementación integrada de sistemas energéticos sobre la base de recursos biofísicos, sino que se requiere una revolución tanto en el sistema económico actual, como en el sistema de desarrollo occidentalizado. Para ello se requiere redes rompedoras de jerarquías y promovedoras de más intercambio, heterogeneización y solidaridad. La homogeneización que promovida por el sistema capitalista extremo, terminará llevándonos a todos juntos. Si se fomenta una heterogeneización, que cada sitio encuentre la forma y combinación y más apropiada de sus recursos para generar energía, haciendo énfasis en una escala pequeña, en el automantenimiento y en un crecimiento económico limitado, entonces podremos subsistir. La heterogeneidad es otra base fundamental de la sustentabilidad, como el equilibrio dinámico en un bosque tropical.

Claro está, si tuviéramos en mente el mantener un estilo de desarrollo como el occidental los recursos del biocombustible y otras fuentes de energía limpias –como la eólica o la solar- serían insuficientes; la única otra energía que mantendría este estilo de desarrollo sería la nuclear. Pero, ¿qué riesgos conlleva este tipo de energía?. No sólo al nivel ambiental, sino al nivel económico y social. Solamente ciertos países cuentan con las tecnologías que permiten su uso y si juzgamos por las consecuencias catastróficas vividas en Chernovyl y que se mantienen aún hasta hoy y que se mantendrán por muchos miles de años más -a saber del tiempo medio de vida del algunos elementos radioactivos- debemos decir que promover el uso de este tipo de energía es harto irresponsable.

No sólo los sistemas agroalimentarios deben ser sostenibles, sino que debemos construir ecosistemas urbanos que conserven la energía solar al tiempo que se aprovecha sin exceder el tope fotosintético del planeta. Tómese en cuenta que los ecosistemas naturales no generan desechos, lo que un organismo no usa, sirve para otro. La capacidad fotosintética de la Tierra tiene un límite que está dado por las interrelaciones entre la precipitación, la temperatura, el agua, la pérdida de áreas verdes y la presencia de comunidades naturales remanentes junto con ecosistemas urbanos y agrícolas que usan y abusan o malgastan haciendo un desperdicio de la energía solar. En 1986 se estimó que los humanos para esta época ya habíamos usado –vía cosechas y plantaciones forestales- o malgastado –vía campos de golf, energía lumínica perdida en caminos y edificios- casi la mitad de la capacidad fotosintética de la Tierra. No podemos usar toda la energía solar para meros propósitos humanos, porque como sistema no sobreviviremos sin las comunidades vegetales naturales. Para ello debemos tender hacia una sociedad de cero desechos implementando cambios como los siguientes:
ð devolver los componentes orgánicos al medioambiente haciendo de uso diario prácticas como el compost, entre otras posibles;
ð reciclar sin contaminar y reusar los envases ya existentes tanto como podamos para luego disponer efectivamente de los desechos no usables más, al tiempo que tendemos hacia el uso de más materiales biodegradables y menos empaques, o empaques biodegradables;
ð tender cada vez más hacia edificaciones y productos diseñados con la sostenibilidad en mente pensando en el el ciclo de vida total del producto y en los sistemas de vida; por ejemplo, en las construcciones el uso de materiales como asbesto, vidrios refractarios y otros ya se han probado perjudiciales y por tanto debemos tender hacia edificaciones no sólo que no generen más calentamiento global, ni que dañen la salud humana, sino que tengan en mente la salud de la Tierra como sistema. En las zonas frías pensar cada vez más como construir para preservar más calor y así usar menos energía en calentarnos. En las zonas cálidas construir para disipar cada vez más el calor y así gastar cada vez menos en enfriarnos.
ð En un curso de maestría enseñado por la autora principal de este artículo a diseñadores, arquitectos, animadores digitales y estudiosos del cine, los estudiantes fueron capaces de efectuar productos y aplicaciones altamente innovadores y muy poco impactantes para el ambiente (aún no mencionados aquí porque sus creaciones están pendiente de patentarse). Esto demuestra que sí es posible pensar y diseñar con un cambio perdurable en mente; más aún cuando la mitad de la clase tomó el curso por curiosidad y la otra mitad por facilidad de horario. En un inicio, ningún profesional que llevó este curso sabía de qué trataba pero, al final, todos se mostraron altamente interesados y muy comprometidos con el rol pionero e innovador en sus creaciones sostenibles. Para que ellos pudieran crear de una forma diferente, ellos primero tuvieron que concientizarse para luego destruir la insostenibilidad que estaba en su mente.


En lo Gaia, al nivel global, debemos mantener un cierto porcentaje mínimo intocable de recursos energéticos como reservas para la vida. Una cierta cantidad de agua dulce limpia, otro de combustibles fósiles y otro que asegure la capacidad fotosintética terrestre. Deberíamos fomentar la creación de Zonas Energéticas Protegidas para restringir el uso de tales reservas globales. Es increíblemente paradójico que se halla desarrollado un sistema de áreas para restringir el uso de los recursos ecosistémicos no energéticos, mas no así de los energéticos siendo que se regeneran muy lentamente.


[1] En realidad sí se renuevan, pero a una tasa demasiado lenta para las necesidades actuales de la humanidad.


Prohibida la reproducción de este documento sin autorización. El mismo es un documento elaborado para fines educativos. Favor citar la fuente. Los autores de este documento son investigadores en el campo de sociología de la conservación y docentes universitarios, con una experiencia de más de 10 años.

PARTE 1RA: HACIA UNA CONSERVACION INTEGRAL ALTERNATIVA: LA CIA-SUR


PRIMERA PARTE
SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR

Isa Torrealba y Fabricio Carbonell
ong_meralvis@yahoo.com
Tel/fax: +00+506+2618276
Apdo. 1854-3000, Heredia Costa Rica

Presentación:
Este artículo es parte de dos tesis doctorales
[1] en curso en el Doctorado de Ciencias Naturales para el Desarrollo (DOCINADE), un doctorado que inició en febrero del 2005 dirigido a profesionales con trayectoria reconocida, dentro de una concepción latinoamericana, a distancia e inter-universitaria. El mismo está formado por tres universidades estatales de Costa Rica (ITCR, UNA y UNED[2]); dos de México (UNAM y UACh[3]) y una de Nicaragua (UNAN[4]); además de tener el apoyo de dos instituciones de Cuba[5]. Nuestro diagnóstico se desarrolla sobre la base de una nueva propuesta de conservación que incluye a la transdisciplinariedad (la cual implica una fusión de diferentes disciplinas en múltiples dimensiones, a la vez que es dual y compatible con varios enfoques metodológicos) y a los seres humanos denominada: CIA-Sur, Conservación Integral Alternativa desde el Sur, desarrollada por la ejecutoria de la organización no gubernamental MERALVIS, que viene ejerciendo acciones en la región desde 1997. La misión de la ONG Meralvis es empoderar con enfoque de género a grupos no dominantes -indígenas, campesinos, mujeres empoderadas sobre la violencia-, principalmente de América Latina, a través del facilitamiento e intercambio de información sobre aspectos sociales y las tendencias actuales de la conservación, la biodiversidad y la vida silvestre. Al final, pretendemos fortalecer un cambio social que permita conservar la biodiversidad, vivir con justicia intergénero y fomentar la tolerancia y el entendimiento de las diferencias interculturales en pro de un mundo con armonía y paz.

Este trabajo toma elementos conceptuales de una gran variedad de autores, siendo los principales: Capra (2000), Diamond (2005), Farrel y Twining-Ward (2005), Gilman (1996), Houtart (2006), Lovelock (1965), María Novo y Pedro Muro (videoconferencistas de España y México, respectivamente, para el DOCINADE en el 2005). Asimismo, nuestro análisis pudo ser enriquecido gracias a las discusiones y artículos de nuestras clases de enfoque ambiental y social como docentes al nivel universitario; diversas notas de prensa actuales; y nuestra experiencia tanto en lo profesional como investigadores y extensionistas, como en lo personal.


Introducción:
El lado notable del ambiente, es la opción que tiene el ambiente natural de ser perdurable, sostenible o sustentable, de auto-regularse, de ser justo, su capacidad de resilencia, lo kaklavetza dentro de lo Gaia. Antes de explicar lo que es kaklavetza y lo que entendemos por Gaia, debemos partir de dos definiciones previas: la de “desarrollo sostenible” en nuestra acepción latinoamericana y la de “conservación de la biodiversidad” en nuestra visión desde el sur. Ambos términos y, más aún el primero, han estado sujetos a una inmensa cantidad de polémica.

En 1987 en el Informe de la Comisión Mundial para el Ambiente y el Desarrollo, conocido como Informe Brundtland, permite que se inserte en la agenda política mundial la definición de desarrollo sostenible. «Desarrollo Sostenible es aquel que atiende a las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. El ambiente debe ser entendido como una parte integrada de gran durabilidad en el desarrollo sostenible y no como un recurso a ser vaciado o malgastado por el llamado desarrollo “económico”» (WCED, 1987). Las interpretaciones y tergiversaciones son muchas debido a: 1ro) lo ambiguo de un “desarrollo que no menoscabe la garantía de vida para las generaciones futuras” y 2do) al uso del término sin la parte donde se explica que el ambiente debe ser entendido de una forma diferente y no solamente como un recurso a ser vaciado o malgastado por el llamado “desarrollo económico”. La diversidad de entenderes en las palabras claves de este concepto, deja abierto a que lo discutamos de muchas maneras diversas según sea nuestro sentir social, político, ambiental y económico.

Es por ello que el concepto centroamericano de la Alianza para el Desarrollo Sostenible (ALIDES), forjado en la Cumbre de Managua (1997) es mucho más preciso y lo entiende como un proceso de cambio progresivo que:
1. Contribuye con la mejora de la calidad de vida del ser humano; es decir, que todas las personas tienen acceso a una vida digna –no opulenta.
2. Propicia el crecimiento económico con equidad social, esto implica que el crecimiento económico tal como lo conocemos, debe ser limitado y no como se entiende según el enfoque Neoliberalista actual; para ello debemos vivir todos más simplemente, para que nuestra especie pueda simplemente perdurar.
3. Promueve medios de producción en armonía con el equilibrio natural; igualmente, esto implica que la producción no es ilimitada, ni por meros fines banales, sino que tiene un tope y está basada en las necesidades básicas de un ser humano promedio (necesidades muy diferentes y mucho más humildes que las de cualquier persona promedio en los países desarrollados de hoy; téngase en cuenta que el origen de esta definición es centroamericano, no viene desde el punto de vista de los países “desarrollados”) y que los medios de producción deben propiciar o tender hacia la armonía con la naturaleza –muy diferente a lo que sucede hoy día.
4. Busca la transformación de los patrones actuales de consumo; es decir, no es posible seguir manteniendo un mundo donde un 20% rico usa el 83% de los recursos mundiales.
5. Sustenta el equilibrio ecológico local, regional y global; es decir, no genera el desequilibrio que hemos generado actualmente con, por ejemplo, el calentamiento global.
6. Se convierte en un soporte vital de la región con ciclos de vida más allá de lo local; es decir, los impactos que se generan en una dada región no afectan adversamente otras regiones.
7. Respeta la diversidad étnico-cultural regional, nacional y local; es decir hay una gran variedad de formas de “desarrollo local” según sea cada etnia o grupo local, no únicamente el paradigma económico insostenible impuesto globalmente de acumular cada vez más.
8. Promueve la participación ciudadana vía la toma de decisiones; para contribuir a una verdadera equidad hay que tener una integración de enfoques de abajo hacia arriba con los de arriba hacia abajo;.
9. Permite a la ciudadanía convivir en forma pacífica y en armonía con la naturaleza; la lucha por los recursos ha generado demasiadas disputas y guerras, donde lamentablemente no se ha fomentado la armonía, sino todo lo contrario.
10. Garantiza la calidad de vida para las generaciones futuras; sólo si logramos cumplir los preceptos anteriores, esto podría ser una cercana realidad.

Esta definición implica, además, reconocer los problemas comunes de los centroamericanos: producción, pobreza y deterioro ambiental y además la inclusión conjunta de la economía, del aspecto social y cultural, así como del ambiental. Para evitar confusiones, llamaremos a este entender latinoamericano de desarrollo sostenible como “cambio perdurable”. El desarrollo implica necesariamente un cambio, no así un crecimiento continuo, ni mucho menos un afán desmedido por la acumulación.

Por otra parte, debemos explicar cómo entendemos a la conservación. En 1986, se definió a la conservación biológica como una metadisciplina, holística y multidisciplinaria, orientada a promover esfuerzos para conservar y mantener la biodiversidad del planeta a través de la investigación, la educación, la comunicación y otros aspectos aplicados (Soulé 1986). Por biodiversidad, muchas veces se enfatiza su componente biológico, pero la verdad es que el concepto incluye el aporte cultural de los pueblos. Es imposible imaginar la biodiversidad sin vincularla a su contexto de tiempo y espacio en particular y sin el aporte de las diversas culturas humanas que han mantenido, enriquecido y contribuido al cambio de esta biodiversidad a través del flujo e intercambio de recursos genéticos y el conocimiento asociado a éste (Solís 2001). La legislación de muchos países incluye como parte de su concepto de biodiversidad, sus elementos intangibles asociados a ella y el potencial de creación de los mismos asociado a sus recursos bioquímicos y genéticos.

Según nuestra interpretación, en la conservación de la biodiversidad es menester enfocar las visiones biocéntricas y antropocéntricas integradamente –ambas con igual ponderación. Esto implica que conservar da pie a “usar” y por tanto es impensable trabajar con el ambiente sin la gente. Esto es especialmente válido en América Latina, donde aún tenemos una cierta cantidad nada despreciable de valiosos recursos de la biodiversidad, rodeados de poblaciones rurales e indígenas que por centurias han conservado estos recursos. El que recientemente estén usando los recursos de una forma diferente y no perdurable dadas las múltiples presiones externas que tienen, aunado al hecho donde estas áreas se hacen más valiosas porque muchas otras han desaparecido y sólo ahora se reconocen como vitales para la humanidad debido a desencadenamientos globales como el calentamiento del planeta, no nos da pie ni a responsabilizarlos por los problemas globales, ni a menoscabarles sus opciones de vida.

Es importante entender que la vida es una sola integración de los más diversos sistemas funcionando como un engranaje con numerosos procesos y lazos entremezclados los unos con los otros. Natura sin humanidad no funciona. Humanidad sin natura no funciona. Por “natura” implicamos una biodiversidad apropiadamente conservada en cuanto a sus múltiples procesos de interconexiones ecológicas, salud ecosistémica y capacidad de resiliencia. Por “humanidad” implicamos accesos y derechos básicos de educación, igualdad y poder. Al decir del Jefe Seattle “no hemos tejido la telaraña de la vida, sólo somos un hilo dentro de la misma, lo que le hagamos a ella nos lo hacemos a nosotros mismos” (Capra 2000). La tendencia de ver el ambiente y la sociedad íntimamente relacionados sin considerar sólo enfoques ecosistémicos, eco-regionales, desarrollistas y económicos sino todos relacionados en iguales condiciones, es un enfoque que promueve la sostenibilidad, pero que aún no ha sido ampliamente implementado.

Podemos volver entonces a lo eminente del ambiente, a lo kaklavetza dentro de lo Gaia. Kaklavetza es un término Cabécar[6] que implica los poderes del viento, de la montaña, del agua, el fuego, los animales, la lluvia, las plantas, árboles y personas que viven un mismo territorio. Es el poder de lo local dentro de lo global. La palabra Kaklavetza, es una palabra holística que engloba los ecosistemas con el bienestar humano, entendida como una interrelación de reciprocidad y respeto, que se traduce en el bienestar indígena y el bienestar del ambiente. Además, otros elementos contribuyen al bienestar como son la “abundancia de los recursos” lugares de generación de vida y llenos de vida. La “seguridad cultural” (identidad, espiritualidad, salud, conocimiento), la “seguridad territorial”, la “seguridad alimenticia” y la “reciprocidad social y ambiental”. Los cabécares y los demás seres vivos son representados como semillas dentro de las historias de su origen, que da una idea de su identificación como elementos de los ecosistemas biológicos actuales. Por eso, es difícil separar los ecosistemas y sus servicios de su bienestar.

El cabécar tiene muy clara la relación ser humano-naturaleza porque es parte de ella. Los cabécares se tienen como formadores de biodiversidad. Estudios y prácticas tradicionales han demostrado que los cabécares y sus antecesores han contribuido en el aumento de la agrobiodiversidad. Existen ejemplos en la formación de nuevas variedades cultivadas de maíz, frijol, ayotes (Cucurbitaceae), entre otros, y a partir de esto el ser humano puede ser considerado también como “un bien” para el ecosistema (Ixacavaa, 2006). Para ellos, existe la percepción de que los ecosistemas regulan por sí mismos el acceso a sus propios recursos a través de “guardianes o dueños”, no humanos que vigilan las acciones humanas y sus normas; así, los recursos naturales y sus bienes tienen una fuerza vital (un espíritu) que hace que todos los seres vivos sean interdependientes con sus elementos.

Gaia, implica el planeta viviente como un ser total, cuyas propiedades no son discernibles solamente por las especies individuales o las poblaciones de organismos que viven juntos. Sus preceptos principales son que los organismos tienen una influencia significativa sobre su ambiente y que la vida y el medioambiente evolucionan como sistema, llegando a predominar el ambiente que favorece a especies dominantes

(Lovelock, 1965). Tal hipótesis sugiere que si los cambios en la composición de gases, temperatura o en el estado de oxidación de la Tierra son causados por perturbaciones extraterrestes, biológicas, geológicas, u otras, la vida responde a estos cambios modificando el ambiente abiótico a través del crecimiento y el metabolismo. Así, las respuestas biológicas tienden a regular el estado del ambiente de la Tierra a su favor. La Gaia es una entidad compleja que involucra la biosfera, la atmósfera, la hidrósfera y la litósfera terrestres; la totalidad que constituye una regeneración de sistemas cibernéticos que buscan un ambiente físico-químico óptimo para la vida en el planeta. En este sistema se acoplan estrechamente vida y medioambiente, en una evolución que involucra a la Gaia, no a los organismos vivos o al ambiente físico tomados separadamente.
La importancia de la Gaia y de Kaklavetza radican en dos nociones fundamentales de las cuales deriva un principio trascendental para la humanidad en pro de la perdurabilidad. La primera noción es la de las conecciones sistémicas –en el sentido de que el ambiente abiótico y el biótico se componen de muchas inter-relaciones mutuas complejas- y la segunda es la visión de la cultura humana y su alcance –el hecho de que muchas de estas relaciones mutuas complejas sean bastante delicadas y puedan ser alteradas por la actividad humana, incluso al punto de la ruptura. El principio vital derivado de dichas nociones es la sugerencia de que los humanos debemos aprender a respetar a la naturaleza, a kaklavetza en lo local, pero teniendo en mente a la Gaia en lo global. Debemos reducir nuestra modificación intencional del ambiente abiótico de la Tierra y de sus componentes bióticos. Es decir, nuestro respeto debe ser múltiple y traducirse en muchas acciones, aplicaciones, arquitecturas, industrias, diseños y productos diferentes.
Para trascender y llegar a un cambio perdurable debemos entender que son los sistemas como los de Gaia y Kaklavetza. Cada sistema complejo es único y tiene su propia identidad, no es un sistema simple como lo sería por ejemplo la física Newtoniana. Se trata de procesos complejos con diferentes inter-relaciones entremezcladas y conectadas en red de diversas formas y en varias intensidades que resultan en patrones y estructuras que se reflejan de muchos modos distintos. Son sistemas dinámicos, realidades que pueden operar, sistemas cambiables, impredecibles y sólo mínimamente explicables por una ciencia linear de causa y efecto. Su condición de estabilidad puede cambiar de estable a turbulenta y si su resiliencia es insuficiente, se puede cruzar un umbral dado, trayendo una sobre-presión del ambiente local; así, al cruzar este umbral, se vira hacia una condición menos productiva y posiblemente irreversible desencadenando una serie de resultados en cascada. La evolución de estos sistemas en un resultado de un proceso de auto-organización dirigido por el flujo de energía circular, materiales e información que se originan desde el sol y son organizados como idas y vueltas de retroalimentaciones. Algunas retroalimentaciones son reforzadoras y por tanto positivas –como lo sería la biosfera en relación con los otros sistemas del planeta en la tesis de Gaia, mientras que otras son reguladoras y por tanto negativas –como lo serían nuestras acciones dentro de lo Kaklavetza. Si
entendiéramos, reconociéramos y aceptáramos a kaklatveza como un sistema dinámico complejo, dentro de otro aún mayor (la Gaia), viviríamos de una forma diferente; al fin y al cabo todos compartimos los mismos átomos dentro de un mismo recipiente que nos sustenta.

Igualmente, la visualización de la interculturalidad de América Latina es crucial para forjar un cambio perdurable. Pero, ¿qué es cultura?. Se ha dicho que sin cultura no podemos ver, pero si nos quedamos pegados a ella estamos ciegos. Normalmente estamos tan inmersos en nuestra propia cultura, que no podemos entender a las gentes de otras culturas. Cuando viajamos, es como si lleváramos -junto con nuestro equipaje- nuestros propios lentes designados específicamente para nosotros, a través de los cuales ver, percibir y juzgar al nuevo ambiente. Si bien aprendemos otros idiomas, es mucho más difícil aprender todos los códigos inmersos en las personas. Dentro de la comunicación los especialistas opinan que entre un 40 y un 60% es un lenguaje “no-verbal” (corporal, gestos, ademanes...). Cuando no entendemos a alguien o no nos entienden a nosotros, el principal motivo es la falta de comprensión de la cultura. No en balde, podemos comunicarnos mejor con personas de nuestro mismo medio, sea este: un nivel educativo similar, una misma profesión, similar clase social, mismo idioma o nuestra propia familia. Cultura son las tradiciones y costumbres, transmitidas a través del aprendizaje, que rigen las creencias y el comportamiento de la gente.Ahora, podemos volver al principio vital derivado de las nociones de interculturalidad y sistemas complejos, en el sentido de que debemos aprender a respetar a la naturaleza: A kaklavetza en lo local, con la mente en la Gaia global. ¿Cómo podremos reducir nuestra modificación intencional del ambiente abiótico de la Tierra y de sus componentes bióticos?. ¿Cómo podríamos poner nuestro respeto de forma múltiple y tangible en acciones, aplicaciones, arquitecturas, industrias y diseños diferentes?. Para tener respuestas a estas preguntas proponemos cuatro caminos o subsistemas cruciales, que deben verse y analizarse íntimamente relacionados como parte del sistema general de la perdurabilidad.
[1] En su diagnóstico teórico global
[2] ITCR: Instituto Tecnológico de Costa Rica, UNA: Universidad Nacional, UNED: Universidad Estatal a Distancia.
[3] Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma Chapingo.
[4] Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León.
[5] Universidad de Ciégo de Avila y el Instituto de Investigación de la Caña de Azúcar.
[6] Etnia indígena del Sur de Costa Rica, Centro América.

Prohibida la reproducción de este documento sin autorización. El mismo es un documento elaborado para fines educativos. Favor citar la fuent. Los autores de este documento son investigadores en el campo de sociología de la conservación y docente universitarios, con una experiencia de más de 10 años.