PARTE 2da: CONTINUACION DE:
SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR. SUBSISTEMAS 1 y 2.
Isa Torrealba y Fabricio Carbonell
SUBSISTEMA DE USO PERDURABLE DE LOS RECURSOS ECOSISTÉMICOS NO ENERGÉTICOS
Entre las principales causas raíces que han hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, cuenta como causa madre el uso desmedido e insostenible de recursos naturales valiosos, los cuales forman parte de los ecosistemas pero no constituyen una fuente energética directa. En el caso de recursos como el suelo, árboles y especies alimenticias (maíz), si se conlleva a su pérdida imparable o a su destrucción masiva llega un momento umbral en el cual las sociedades humanas no pueden promover la vuelta hacia el punto de resiliencia; ante la imposibilidad de un retorno, la caída de la humanidad ligada a ellos es inminente. Es por ello, que uno de los caminos que debemos seguir es el mantener a largo plazo los recursos bióticos, tanto los naturales como los sistemas de producción agroforestal; tantos y tan diversos como sea posible, ya que la diversidad asegura la resiliencia en el funcionamiento de los sistemas. En el caso los recursos bióticos naturales, es importante parar aquellos aspectos que antes han llevado a otros al fracaso: la deforestación excesiva (Haití), el cambio en la estructura del bosque (Isla de Pascua), la tragedia de los comunes (sociedades dependientes de recursos marinos). En el caso de los sistemas agroalimentarios, debemos detener la pérdida del suelo a una tasa mayor que la de su formación, así como el lavado de nutrientes en los sistemas terrestres y su descarga excesiva en los sistemas acuáticos. En otras palabras, debemos parar la reducción de la biodiversidad a una tasa acelerada junto con la pérdida de servicios ecológicos que nosotros no podemos sustituir, al mismo tiempo que seguir produciendo los alimentos que requerimos.
Debemos mantener los procesos ecológicos esenciales para la vida en el planeta, así como preservar y restaurar los sistemas vitales y la diversidad genética. Esto implica hacer efectiva la conservación biológica, pero no necesariamente sobre la base del sistema de áreas protegidas como actualmente lo conocemos para América Latina. Escindir a las sociedades humanas rurales e indígenas de las zonas naturales no resuelve el problema, porque la separación muchas veces no es efectiva y sólo se logra en el papel. La clave es integrarlos como protectores del bosque y de los ecosistemas acuáticos que muchas veces sus ancestros lograron conservar por centurias y no impedirles del todo los usos de la biodiversidad, puesto que ellos no han ocasionado su merma mayoritaria. La merma ha venido de muchas partes y redes, así como de grandes industrias y compañías transnacionales que han efectuado una deforestación masiva o una pesca abusiva.
Debemos asegurar el aprovechamiento sostenido del suelo y las especies que nos alimentan junto con los ecosistemas que las sustentan; así las prácticas de cosecha sostenida deben velar por la calidad ambiental y asegurar la continuidad de los ecosistemas. Dado que la producción del agro nos sustenta, es importante no perder de vista las cosas verdaderamente importantes: La vida debe ser la supremacía de la sostenibilidad y no el mercado. Por ejemplo, la revolución verde implicó aquellos procesos que fueron implementados después de la 2da Guerra Mundial, supuestamente para incrementar el rendimiento agrícola en las regiones menos adelantadas del mundo sobre la base de cultivos con alto insumo de químicos externos y fertilizantes dependientes del petróleo. Este hecho está basado en el mercado, sin considerar que se hace a expensas de un tremendo costo ecosistémico -en lo natural- y socio-económico asimétrico -en lo humano. Seguir este tipo de estrategias es como querer hacer uno una casa estilo occidental en un manglar (donde los suelos no son firmes y las condiciones cambian constantemente). Son sólo falsas expectativas sobre tener más que no se sostendrán a largo plazo.
En lo Kaklavetza, debe haber un porcentaje máximo de recursos ecosistémicos conservados para la vida. Al nivel local-territorial o regional, debe haber entonces un porcentaje de áreas naturales cuidadas y usadas sosteniblemente interrelacionado con un porcentaje de sistemas agroalimentarios cultivados de una forma perdurable. En lugar de un Sistema de Áreas Silvestres Protegidas, debería hablarse de un ordenamiento territorial diferente: Sistema de Ecosistemas Humanos, Agropaisajes, Áreas Silvestres terrestres y acuáticas para la vida.
SUBSISTEMA DE USO PERDURABLE DE LOS RECURSOS ECOSISTÉMICOS ENERGÉTICOS
Otro de los motivos principales que han hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, es el uso desmedido e insostenible de recursos naturales energéticos “antes llamados no renovables”[1]; altamente valiosos porque son usados como fuentes directas de energía, pero si no se tienen en cuenta los topes existentes en la naturaleza, se promueve el fracaso de las sociedades que se basan en ellos. Ya que toda la energía que conduce los ciclos ecológicos vitales proviene primariamente del sol, es necesario concientizarse de lo que significa esta derivación energética: tender hacia un sistema de energía sostenible basado en energías limpias combinado inteligentemente con las energías primarias que estamos usando actualmente. Si no nos concientizamos de que los combustibles fósiles tienen un tope y que el agua dulce –fuente de energía hidroeléctrica- disponible actualmente también está limitada, seguiremos haciendo un uso de estos recursos el cual es inapropiado para la vida en el presente actual y en el futuro cercano. Por un lado, con su uso inapropiado hemos generado parte del calentamiento global y por el otro, las generaciones futuras no tendrán suficiente fuentes energéticas ni ríos ecológicamente sanos para subsistir.
Debemos aprender a producir consumiendo cada vez menos energía y menos materia prima. El principal problema del cambio del sustento primario en los combustibles fósiles y del malgasto de la energía hídrica transformada a eléctrica, no es la implementación integrada de sistemas energéticos sobre la base de recursos biofísicos, sino que se requiere una revolución tanto en el sistema económico actual, como en el sistema de desarrollo occidentalizado. Para ello se requiere redes rompedoras de jerarquías y promovedoras de más intercambio, heterogeneización y solidaridad. La homogeneización que promovida por el sistema capitalista extremo, terminará llevándonos a todos juntos. Si se fomenta una heterogeneización, que cada sitio encuentre la forma y combinación y más apropiada de sus recursos para generar energía, haciendo énfasis en una escala pequeña, en el automantenimiento y en un crecimiento económico limitado, entonces podremos subsistir. La heterogeneidad es otra base fundamental de la sustentabilidad, como el equilibrio dinámico en un bosque tropical.
Claro está, si tuviéramos en mente el mantener un estilo de desarrollo como el occidental los recursos del biocombustible y otras fuentes de energía limpias –como la eólica o la solar- serían insuficientes; la única otra energía que mantendría este estilo de desarrollo sería la nuclear. Pero, ¿qué riesgos conlleva este tipo de energía?. No sólo al nivel ambiental, sino al nivel económico y social. Solamente ciertos países cuentan con las tecnologías que permiten su uso y si juzgamos por las consecuencias catastróficas vividas en Chernovyl y que se mantienen aún hasta hoy y que se mantendrán por muchos miles de años más -a saber del tiempo medio de vida del algunos elementos radioactivos- debemos decir que promover el uso de este tipo de energía es harto irresponsable.
No sólo los sistemas agroalimentarios deben ser sostenibles, sino que debemos construir ecosistemas urbanos que conserven la energía solar al tiempo que se aprovecha sin exceder el tope fotosintético del planeta. Tómese en cuenta que los ecosistemas naturales no generan desechos, lo que un organismo no usa, sirve para otro. La capacidad fotosintética de la Tierra tiene un límite que está dado por las interrelaciones entre la precipitación, la temperatura, el agua, la pérdida de áreas verdes y la presencia de comunidades naturales remanentes junto con ecosistemas urbanos y agrícolas que usan y abusan o malgastan haciendo un desperdicio de la energía solar. En 1986 se estimó que los humanos para esta época ya habíamos usado –vía cosechas y plantaciones forestales- o malgastado –vía campos de golf, energía lumínica perdida en caminos y edificios- casi la mitad de la capacidad fotosintética de la Tierra. No podemos usar toda la energía solar para meros propósitos humanos, porque como sistema no sobreviviremos sin las comunidades vegetales naturales. Para ello debemos tender hacia una sociedad de cero desechos implementando cambios como los siguientes:
ð devolver los componentes orgánicos al medioambiente haciendo de uso diario prácticas como el compost, entre otras posibles;
ð reciclar sin contaminar y reusar los envases ya existentes tanto como podamos para luego disponer efectivamente de los desechos no usables más, al tiempo que tendemos hacia el uso de más materiales biodegradables y menos empaques, o empaques biodegradables;
ð tender cada vez más hacia edificaciones y productos diseñados con la sostenibilidad en mente pensando en el el ciclo de vida total del producto y en los sistemas de vida; por ejemplo, en las construcciones el uso de materiales como asbesto, vidrios refractarios y otros ya se han probado perjudiciales y por tanto debemos tender hacia edificaciones no sólo que no generen más calentamiento global, ni que dañen la salud humana, sino que tengan en mente la salud de la Tierra como sistema. En las zonas frías pensar cada vez más como construir para preservar más calor y así usar menos energía en calentarnos. En las zonas cálidas construir para disipar cada vez más el calor y así gastar cada vez menos en enfriarnos.
ð En un curso de maestría enseñado por la autora principal de este artículo a diseñadores, arquitectos, animadores digitales y estudiosos del cine, los estudiantes fueron capaces de efectuar productos y aplicaciones altamente innovadores y muy poco impactantes para el ambiente (aún no mencionados aquí porque sus creaciones están pendiente de patentarse). Esto demuestra que sí es posible pensar y diseñar con un cambio perdurable en mente; más aún cuando la mitad de la clase tomó el curso por curiosidad y la otra mitad por facilidad de horario. En un inicio, ningún profesional que llevó este curso sabía de qué trataba pero, al final, todos se mostraron altamente interesados y muy comprometidos con el rol pionero e innovador en sus creaciones sostenibles. Para que ellos pudieran crear de una forma diferente, ellos primero tuvieron que concientizarse para luego destruir la insostenibilidad que estaba en su mente.
En lo Gaia, al nivel global, debemos mantener un cierto porcentaje mínimo intocable de recursos energéticos como reservas para la vida. Una cierta cantidad de agua dulce limpia, otro de combustibles fósiles y otro que asegure la capacidad fotosintética terrestre. Deberíamos fomentar la creación de Zonas Energéticas Protegidas para restringir el uso de tales reservas globales. Es increíblemente paradójico que se halla desarrollado un sistema de áreas para restringir el uso de los recursos ecosistémicos no energéticos, mas no así de los energéticos siendo que se regeneran muy lentamente.
[1] En realidad sí se renuevan, pero a una tasa demasiado lenta para las necesidades actuales de la humanidad.
SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR. SUBSISTEMAS 1 y 2.
Isa Torrealba y Fabricio Carbonell
SUBSISTEMA DE USO PERDURABLE DE LOS RECURSOS ECOSISTÉMICOS NO ENERGÉTICOS
Entre las principales causas raíces que han hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, cuenta como causa madre el uso desmedido e insostenible de recursos naturales valiosos, los cuales forman parte de los ecosistemas pero no constituyen una fuente energética directa. En el caso de recursos como el suelo, árboles y especies alimenticias (maíz), si se conlleva a su pérdida imparable o a su destrucción masiva llega un momento umbral en el cual las sociedades humanas no pueden promover la vuelta hacia el punto de resiliencia; ante la imposibilidad de un retorno, la caída de la humanidad ligada a ellos es inminente. Es por ello, que uno de los caminos que debemos seguir es el mantener a largo plazo los recursos bióticos, tanto los naturales como los sistemas de producción agroforestal; tantos y tan diversos como sea posible, ya que la diversidad asegura la resiliencia en el funcionamiento de los sistemas. En el caso los recursos bióticos naturales, es importante parar aquellos aspectos que antes han llevado a otros al fracaso: la deforestación excesiva (Haití), el cambio en la estructura del bosque (Isla de Pascua), la tragedia de los comunes (sociedades dependientes de recursos marinos). En el caso de los sistemas agroalimentarios, debemos detener la pérdida del suelo a una tasa mayor que la de su formación, así como el lavado de nutrientes en los sistemas terrestres y su descarga excesiva en los sistemas acuáticos. En otras palabras, debemos parar la reducción de la biodiversidad a una tasa acelerada junto con la pérdida de servicios ecológicos que nosotros no podemos sustituir, al mismo tiempo que seguir produciendo los alimentos que requerimos.
Debemos mantener los procesos ecológicos esenciales para la vida en el planeta, así como preservar y restaurar los sistemas vitales y la diversidad genética. Esto implica hacer efectiva la conservación biológica, pero no necesariamente sobre la base del sistema de áreas protegidas como actualmente lo conocemos para América Latina. Escindir a las sociedades humanas rurales e indígenas de las zonas naturales no resuelve el problema, porque la separación muchas veces no es efectiva y sólo se logra en el papel. La clave es integrarlos como protectores del bosque y de los ecosistemas acuáticos que muchas veces sus ancestros lograron conservar por centurias y no impedirles del todo los usos de la biodiversidad, puesto que ellos no han ocasionado su merma mayoritaria. La merma ha venido de muchas partes y redes, así como de grandes industrias y compañías transnacionales que han efectuado una deforestación masiva o una pesca abusiva.
Debemos asegurar el aprovechamiento sostenido del suelo y las especies que nos alimentan junto con los ecosistemas que las sustentan; así las prácticas de cosecha sostenida deben velar por la calidad ambiental y asegurar la continuidad de los ecosistemas. Dado que la producción del agro nos sustenta, es importante no perder de vista las cosas verdaderamente importantes: La vida debe ser la supremacía de la sostenibilidad y no el mercado. Por ejemplo, la revolución verde implicó aquellos procesos que fueron implementados después de la 2da Guerra Mundial, supuestamente para incrementar el rendimiento agrícola en las regiones menos adelantadas del mundo sobre la base de cultivos con alto insumo de químicos externos y fertilizantes dependientes del petróleo. Este hecho está basado en el mercado, sin considerar que se hace a expensas de un tremendo costo ecosistémico -en lo natural- y socio-económico asimétrico -en lo humano. Seguir este tipo de estrategias es como querer hacer uno una casa estilo occidental en un manglar (donde los suelos no son firmes y las condiciones cambian constantemente). Son sólo falsas expectativas sobre tener más que no se sostendrán a largo plazo.
En lo Kaklavetza, debe haber un porcentaje máximo de recursos ecosistémicos conservados para la vida. Al nivel local-territorial o regional, debe haber entonces un porcentaje de áreas naturales cuidadas y usadas sosteniblemente interrelacionado con un porcentaje de sistemas agroalimentarios cultivados de una forma perdurable. En lugar de un Sistema de Áreas Silvestres Protegidas, debería hablarse de un ordenamiento territorial diferente: Sistema de Ecosistemas Humanos, Agropaisajes, Áreas Silvestres terrestres y acuáticas para la vida.
SUBSISTEMA DE USO PERDURABLE DE LOS RECURSOS ECOSISTÉMICOS ENERGÉTICOS
Otro de los motivos principales que han hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, es el uso desmedido e insostenible de recursos naturales energéticos “antes llamados no renovables”[1]; altamente valiosos porque son usados como fuentes directas de energía, pero si no se tienen en cuenta los topes existentes en la naturaleza, se promueve el fracaso de las sociedades que se basan en ellos. Ya que toda la energía que conduce los ciclos ecológicos vitales proviene primariamente del sol, es necesario concientizarse de lo que significa esta derivación energética: tender hacia un sistema de energía sostenible basado en energías limpias combinado inteligentemente con las energías primarias que estamos usando actualmente. Si no nos concientizamos de que los combustibles fósiles tienen un tope y que el agua dulce –fuente de energía hidroeléctrica- disponible actualmente también está limitada, seguiremos haciendo un uso de estos recursos el cual es inapropiado para la vida en el presente actual y en el futuro cercano. Por un lado, con su uso inapropiado hemos generado parte del calentamiento global y por el otro, las generaciones futuras no tendrán suficiente fuentes energéticas ni ríos ecológicamente sanos para subsistir.
Debemos aprender a producir consumiendo cada vez menos energía y menos materia prima. El principal problema del cambio del sustento primario en los combustibles fósiles y del malgasto de la energía hídrica transformada a eléctrica, no es la implementación integrada de sistemas energéticos sobre la base de recursos biofísicos, sino que se requiere una revolución tanto en el sistema económico actual, como en el sistema de desarrollo occidentalizado. Para ello se requiere redes rompedoras de jerarquías y promovedoras de más intercambio, heterogeneización y solidaridad. La homogeneización que promovida por el sistema capitalista extremo, terminará llevándonos a todos juntos. Si se fomenta una heterogeneización, que cada sitio encuentre la forma y combinación y más apropiada de sus recursos para generar energía, haciendo énfasis en una escala pequeña, en el automantenimiento y en un crecimiento económico limitado, entonces podremos subsistir. La heterogeneidad es otra base fundamental de la sustentabilidad, como el equilibrio dinámico en un bosque tropical.
Claro está, si tuviéramos en mente el mantener un estilo de desarrollo como el occidental los recursos del biocombustible y otras fuentes de energía limpias –como la eólica o la solar- serían insuficientes; la única otra energía que mantendría este estilo de desarrollo sería la nuclear. Pero, ¿qué riesgos conlleva este tipo de energía?. No sólo al nivel ambiental, sino al nivel económico y social. Solamente ciertos países cuentan con las tecnologías que permiten su uso y si juzgamos por las consecuencias catastróficas vividas en Chernovyl y que se mantienen aún hasta hoy y que se mantendrán por muchos miles de años más -a saber del tiempo medio de vida del algunos elementos radioactivos- debemos decir que promover el uso de este tipo de energía es harto irresponsable.
No sólo los sistemas agroalimentarios deben ser sostenibles, sino que debemos construir ecosistemas urbanos que conserven la energía solar al tiempo que se aprovecha sin exceder el tope fotosintético del planeta. Tómese en cuenta que los ecosistemas naturales no generan desechos, lo que un organismo no usa, sirve para otro. La capacidad fotosintética de la Tierra tiene un límite que está dado por las interrelaciones entre la precipitación, la temperatura, el agua, la pérdida de áreas verdes y la presencia de comunidades naturales remanentes junto con ecosistemas urbanos y agrícolas que usan y abusan o malgastan haciendo un desperdicio de la energía solar. En 1986 se estimó que los humanos para esta época ya habíamos usado –vía cosechas y plantaciones forestales- o malgastado –vía campos de golf, energía lumínica perdida en caminos y edificios- casi la mitad de la capacidad fotosintética de la Tierra. No podemos usar toda la energía solar para meros propósitos humanos, porque como sistema no sobreviviremos sin las comunidades vegetales naturales. Para ello debemos tender hacia una sociedad de cero desechos implementando cambios como los siguientes:
ð devolver los componentes orgánicos al medioambiente haciendo de uso diario prácticas como el compost, entre otras posibles;
ð reciclar sin contaminar y reusar los envases ya existentes tanto como podamos para luego disponer efectivamente de los desechos no usables más, al tiempo que tendemos hacia el uso de más materiales biodegradables y menos empaques, o empaques biodegradables;
ð tender cada vez más hacia edificaciones y productos diseñados con la sostenibilidad en mente pensando en el el ciclo de vida total del producto y en los sistemas de vida; por ejemplo, en las construcciones el uso de materiales como asbesto, vidrios refractarios y otros ya se han probado perjudiciales y por tanto debemos tender hacia edificaciones no sólo que no generen más calentamiento global, ni que dañen la salud humana, sino que tengan en mente la salud de la Tierra como sistema. En las zonas frías pensar cada vez más como construir para preservar más calor y así usar menos energía en calentarnos. En las zonas cálidas construir para disipar cada vez más el calor y así gastar cada vez menos en enfriarnos.
ð En un curso de maestría enseñado por la autora principal de este artículo a diseñadores, arquitectos, animadores digitales y estudiosos del cine, los estudiantes fueron capaces de efectuar productos y aplicaciones altamente innovadores y muy poco impactantes para el ambiente (aún no mencionados aquí porque sus creaciones están pendiente de patentarse). Esto demuestra que sí es posible pensar y diseñar con un cambio perdurable en mente; más aún cuando la mitad de la clase tomó el curso por curiosidad y la otra mitad por facilidad de horario. En un inicio, ningún profesional que llevó este curso sabía de qué trataba pero, al final, todos se mostraron altamente interesados y muy comprometidos con el rol pionero e innovador en sus creaciones sostenibles. Para que ellos pudieran crear de una forma diferente, ellos primero tuvieron que concientizarse para luego destruir la insostenibilidad que estaba en su mente.
En lo Gaia, al nivel global, debemos mantener un cierto porcentaje mínimo intocable de recursos energéticos como reservas para la vida. Una cierta cantidad de agua dulce limpia, otro de combustibles fósiles y otro que asegure la capacidad fotosintética terrestre. Deberíamos fomentar la creación de Zonas Energéticas Protegidas para restringir el uso de tales reservas globales. Es increíblemente paradójico que se halla desarrollado un sistema de áreas para restringir el uso de los recursos ecosistémicos no energéticos, mas no así de los energéticos siendo que se regeneran muy lentamente.
[1] En realidad sí se renuevan, pero a una tasa demasiado lenta para las necesidades actuales de la humanidad.
Prohibida la reproducción de este documento sin autorización. El mismo es un documento elaborado para fines educativos. Favor citar la fuente. Los autores de este documento son investigadores en el campo de sociología de la conservación y docentes universitarios, con una experiencia de más de 10 años.
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