miércoles, 11 de abril de 2007

PARTE 3ra: LA RESPONSABILIDAD SOCIAL HUMANA



PARTE 3ra
CONTINUACION DE: SUBSISTEMAS PARA EL CAMBIO PERDURABLE: REDEFINIENDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE EL SUR.
Isa Torrealba y Fabricio Carbonell

SUBSISTEMA DE RESPETO POR KAKLAVETZA Y GAIA

Adicionalmente al agotamiento de recursos naturales por su uso excesivo e insostenible, generamos productos que generan un desbalance. Otra causa principal que ha hecho perecer y fracasar a sociedades tanto antiguas como actuales, es la generación de un desbalance sistémico al nivel humano y al nivel del planeta. Al nivel humano estamos poniendo en jaque al sistema de sociedades humanas y al nivel sistémico hemos puesto en jaque a la Tierra tal como la conocemos hoy.

El desbalance que hemos generado al nivel del planeta, es palpable en la generación de productos o agentes químicos que quedan liberados en los sistemas de la atmósfera, litósfera e hidrósfera a una tasa mayor que la capacidad de la biósfera de degradarlos –cuando esto es posible-, lo cual implica un riesgo mayor no sólo para la humanidad, sino para el sistema del planeta Tierra tal y como lo conocemos actualmente. Si comprendiéramos que la materia circula continuamente a través de la telaraña de la vida, sabríamos que es imperante parar los desencadenamientos desastrosos que hemos generado y no seguir desencadenando más consecuencias irresponsables. Si hubiéramos hecho un uso sostenible de los recursos naturales y si no hubiéramos desbalanceado el sistema humano, posiblemente no habríamos generado agentes químicos hacia la atmósfera, litósfera e hidrósfera; ni tampoco habríamos movido componentes o partes de la biósfera sin antes haberlo pensado dos veces. [Vale decir que como “uso sostenible” entendemos la utilización de los componentes de la biodiversidad de un modo tal y a un ritmo tal que no se ocasione la disminución a largo plazo de la diversidad biológica, con lo cual se mantienen las posibilidades de ésta para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones actuales y futuras].

Por ejemplo, las pérdidas en lugares como Australia o Nueva Zelandia por especies introducidas (partes que hemos movido de la biosfera), son enormes. Cada año deben invertir un gran pedazo presupuestario solamente en mantenerlas “a raya”. El calentamiento global actual es descomunal (producto de componentes que hemos generado hacia la atmósfera, como el CO2). El ingreso de energía del sol ha aumentado en un 25-30% en los pasados 3.5 mil millones años, siendo que Ios datos históricos del clima indican que la temperatura de la Tierra sólo ha fluctuado unos 5° Celsius del promedio actual de la temperatura media global de 15° Celsius. Compárese este dato de 3,5 millones de años con una fluctuación de apenas 5º C y los cambios que hemos hecho en los últimos años: en el siglo XX la temperatura media anual incrementó 0,6 ºC, pero especialmente desde mediados de los 1970s el ritmo de subida ha sido de casi 0,1 ºC por década!. Asimismo, hoy día es posible encontrar trazas de contaminantes sintéticos, como el PVC, en lugares altamente distantes (productos generados hacia la litósfera y trasladados vía la hidrósfera, que no pueden ser biodegradados).

Gran parte de las consecuencias que estamos sufriendo provienen del tipo de economía en cual estamos sustentándonos actualmente en el mundo. Si propendiéramos hacia otro tipo de economía, la situación podría revertirse. Así, la economía sostenible
(sensu Gilman, 1996) implica un gran cambio en cuanto a la economía tradicional. En lugar de
Tierra se habla de Capital Ambiental, en lugar de
Labor o Trabajo se habla de Capital Humano, en lugar de Capital se habla de Capital Manufacturado -incluyendo a cualquier tipo de capital fabricado con la mano del ser humano o manufacturado-; y, adicionalmente, se incluyen otros capitales antes no incluidos: el
Social-Organizacional y el Crediticio. Así, en esta economía hay dos grandes capitales: el Ambiental, que comprende o del cual depende el capital manufacturado y el Humano, el cual comprende o del cual dependen tanto el capital social-organizacional como el crediticio. Los principales factores limitantes del capital humano son los límites impuestos por el tiempo (en los grupos pudientes o en las sociedades desarrolladas donde el tiempo es un valor) y, en muchas partes del mundo (como los sectores de escasos recursos), la competencia por la comida, agua dulce y limpia y otros materiales del medioambiente que son, al final de cuentas, la base del capital humano.

En la economía sostenible de Gilman el capital humano expande la idea de labor o trabajo, para incluir su calidad y cantidad; incluye la salud y la motivación de los seres humanos, y no solamente sus habilidades y conocimiento. Los capitales social y organizacional (SOC) y crediticio son formas de capital visualizadas por la economía sostenible. El SOC incluye toda la parte no física de la cultura, el software interpersonal que capacita a las sociedades y organizaciones para funcionar: hábitos, normas, roles, tradiciones, regulaciones. El SOC es una forma diferente de capital humano ya que éste es parte de un individuo, mientras que el SOC es transpersonal -puede permanecer en una organización aun cuando sus individuos que la componen vayan y vengan. El capital crediticio es el reservorio de créditos y promesas, así que incluye dinero y deudas; es como un tipo especial de SOC el cual antes no se consideró porque sólo se conderaban los bienes y tan sólo desde fines a mediados de los 1980s es que se habla de bienes y servicios.
Un problema que tiene es que funciona como medio de transferencia de dinero de los ricos hacia los más ricos en cualquier sociedad. Por tanto, su verdadero valor subyace en cómo lo usemos y a quién beneficia, así como cuánto hay disponible.


En la economía sostenible de Gilman el capital ambiental expande la idea de la “tierra” (suelo o agricultura) para incluir a todos los sistemas naturales, tales como la atmósfera, los sistemas biológicos y hasta el sol. Los sistemas naturales son sistemas activos, no son recursos inertes, cuyo funcionamiento depende de la calidad del ambiente y cuyos resultados impactan -para bien o para mal- a todos los otros capitales y afectan directamente –más tarde o más temprano- toda la actividad humana. El capital manufacturado incluye, como el capital convencional, edificios, herramientas y equipos; sin embargo, es crucial notar que aquí el valor del capital anufacturado yace en su USO y no en su producción o disposición. El capital manufacturado es ampliado en esta economía por dos vías:
(i) incluyendo ahora todos los bienes y cosas de las casas (lo convencional era considerar como capital solamente los materiales y equipo usados por los negocios); y
(ii) incluyendo cualquier cosa física que haya sido manufacturada y no haya sido aún retornada al ambiente. Este tipo de capital es la fuente de ideas convencionales de la economía tradicional: que cada objeto puede ser usado sólo una vez en un momento y lugar dados y que siempre se deteriora, por lo general más rápido con el uso.
Como parte de un SISTEMA, el capital manufacturado tiene las mismas opciones reproductivas del capital humano y del ambiental.

Así, en teoría este capital crece exponencialmente, como las poblaciones humanas, a menos que esté limitado por otros factores. Entonces, ¿qué impone las mayores restricciones al capital manufacturado?: El capital ambiental. Tómese en cuenta que al inicio del ciclo de vida de un objeto, el capital ambiental puede dar sólo una cantidad limitada de recursos o materia prima energética (petróleo) y sosteniblemente puede suministrar sólo un flujo limitado de materiales naturales (madera). Asimismo, al final del ciclo de vida, cuando el objeto retorna al medioambiente como desecho, los sistemas naturales tienen una capacidad limitada de asimilar (degradar, usar, revertir) esta salida del capital manufacturado, tanto en términos de cantidad como de calidad; e incluso puede haber ciertos componentes manufacturados que no puedan ser degradados nunca o que conlleven demasiados años para ello, lo cual implicaría un mayor coste para el medioambiente.

Debemos propender hacia una economía sostenible con sistemas políticos diferentes. Implementar una economía para la sustentabilidad, implicaría una revolución tanto al nivel político como económico en el mundo de hoy. Nos es vital destruir para poder re-crear, re-construir. Por ello, mientras se promueve la destrucción del sistema actual debemos promover la resiliencia ante las perturbaciones. El aprendizaje de la resilencia es el de la sustentabilidad, debemos aprender a ser más resistentes, maleables, elásticos, a revertir lo negativo y reconvertirlo en algo positivo. Ante gobiernos inoperantes y economías insostenibles: una flexibilidad inteligente. Tenemos un mundo lleno de incertezas que está cambiando constantemente y evolucionando, donde facilitar la resiliencia hacia la perturbación se hace crucial.

Debemos destruir la ideología de la insostenibilidad que se nos ha enseñado por años, así como los productos contaminantes y procesos generados a través de ella (traslado de especies). Para construir un cambio perdurable, debemos primero que nada destruir los cambios imperdurables que hemos generado. Sólo si destruimos en nuestras mentes primero, podremos luego construir. Hay que deslegitimar a los sistemas extremos altamente imperialistas e insostenibles, llámense Neoliberalismo o Comunismo. Hay que generar un sistema político diferente que permita esta destrucción, para luego fomentar la reconstrucción, una re-creación diferente y propia de cada lugar y circunstancia.


SUBSISTEMA DE FOMENTO DE UN SISTEMA HUMANO HUMANITARIO

Si consideramos que la vida tomó lugar y reinó por cooperación, asociación y redes de acción, entenderíamos que debemos propender hacia un balance sistémico al nivel humano. Si las poblaciones humanas aumentan sin control alguno y junto a ellas viene emparejado un incremento de su impacto ambiental negativo, atentamos contra el sustento de la vida, lo cual puede ser irreversible y contribuir a incrementar aún más las disparidades que existen. El principal problema aquí no parece ser cuántos somos, sino cuánto impacto dañino sobre los sistemas de vida generamos por nuestras prácticas culturales, educativas y estándares de vida basados en los paradigmas erróneos. No es algo tan simple como el mero control poblacional, ya que hay estimaciones de que la Tierra podría soportar incluso hasta 11 o 12 mil millones de personas viviendo con la sostenibilidad en mente y armónicamente con su medioambiente (actualmente habemos 6 mil millones). Los debates sobre si podemos llegar a una tasa nula de crecimiento son muy polémicos. Lo que sí está claro es que con las características actuales la Tierra con nosotros en ella no puede sobrevivir por mucho tiempo (las polémicas de cuánto tiempo duraremos también son muy diversas).

El primer paso a dar es concientizarnos socialmente para asumir nuestras responsabilidades con las generaciones actuales y futuras. Sólo desde el siglo XX (1970s) el mundo mantiene un 20% rico y un 80% oprimido (Houtart 2006); así el 20% de población rica en el mundo usa el 83% de los recursos mundiales. El patrimonio neto de las 200 personas más ricas del mundo supera los ingresos del 40% de personas del mundo (2,400,000,000). Actualmente, los estándares de vida tenidos en el llamado “1er Mundo” son altamente insostenibles y mantenidos por las poblaciones del llamado “3er Mundo”. En promedio cada persona de las naciones desarrolladas produce 32 veces más desechos que el resto del mundo que tiene mucha más población (Diamond 2005). En el mundo actualmente tenemos unos 190 países, de los cuales unas 30 naciones ricas han incrementado los salarios de sus trabajadores, pero en 80 países pobres los salarios han disminuido en los últimos 10 años (Organización Internacional del Trabajo, Verhofstadt, 2002).
La biodiversidad está polarizada inversamente a lo que está la riqueza; sin embargo, el énfasis se coloca en la pobreza y no en la riqueza. Para que el grupo mayoritario deje de ser pobre, otros deben dejar de ser descomunalmente ricos. Vivamos más simplemente para que nuestra especie pueda subsistir.

La clave aquí es la educación: Reaprender a aprender. Primero que nada asegurarse que se tiene acceso a ella y segundo, pero no menos importante, velar porque se tiene acceso a la información correcta. El llegar a tener poblaciones humanas estables, con salud y una vida digna, con un crecimiento económico limitado en una sociedad cero desechos, no estaría tan lejano si lográramos revertir ciertas enseñanzas paradigmáticas suicidas aprendidas especialmente en el siglo XX,pero iniciadas a aprender desde antes. Lo peor de estas enseñanzas no es que tengamos que desaprender ciertas cosas para reaprender otras, sino que aprendimos a “no aprender”. Se nos vetó en gran medida la posibilidad de aprender correctamente y de ver el mundo como es en realidad. En el decir de Platón « Lo que vemos son sombras, no es la realidad» y en el decir de los indígenas Bribri aquí nada es real, no podemos ver a Suré (Suré es el lugar detrás de donde nace el sol, el mundo de verdad; aquí es la Tierra, donde nada es real) (Ferreto, 1985). Sólo cuando sufrimos acontecimientos altamente dolorosos e impactantes o que por nuestro estilo de vida logramos palpar la dura realidad de otros lugares, es cuando tenemos ocasión de verdaderamente aprender –si es que el medio nos lo facilita, lo cual puede que no ocurra.

La educación es una forma de moldear a las personas a través del tiempo para llegar a convertirles en “seres humanos”. Este modelado se hace proporcionando y recibiendo información, pero la forma como se maneja esa información es crítica y decide lo que al final resultará. Así no educamos para la no-violencia, ni para el no-racismo, mucho menos para mantener una paridad en las relaciones de poder... sino que casi todo lo contrario. Se habla de educación para la paz, igualdad de todos los seres humanos, etc... pero no se practica. La educación formal es la que entra a través de las instituciones (escuelas, universidades, etc.), pero hay mucha educación no-formal. Por ejemplo, a través de la prensa escrita, la T.V., la radio, la comunicación entre las personas, la internet y otros medios. Este tipo de educación es decisivo en la formación de los seres humanos.

Práctica el “no daño” y “haz lo correcto” han sido algunos intentos (entre otros) por revertir ciertas tendencias del sistema y se sigue intentando cambiarlo, pero mucha de la base está en la economía actual que es mantenida por paradigmas como “tener más”, “llegar más lejos” y otros. Se habla de “derechos humanos”, pero no se practican. Actualmente se educa muy poco para la “perdurabilidad”, para la “humanidad” o para la “no violencia” de una manera efectiva.

Por ejemplo, la violencia es una acción u omisión que trae como consecuencia un daño a la integridad de la víctima; daño que puede ser físico, psicológico, económico, sexual. Las acciones u omisiones no se deben juzgar por las “intenciones aparentes” o con las cuales las camuflan, sino por los resultados que traen los cuales desenmascaran las verdaderas intenciones atrás de dichas acciones u omisiones. Es una práctica ejercida por quienes creen que tienen derecho a tener el control y a intimidar sobre los que tienen menos poder. Esta práctica es:

Aprendida
Consciente
Guiada (es decir con un fin de algo)
Es una consecuencia de:
- una organización social estructurada sobre la base de:
- la inequidad (diferencias y desigualdades)
- y de relaciones desiguales de poder.

Así, violencias como de tipo “género” (hombre-mujer o mestizos-indígenas) o “edad” (adultos a menores y ancianos) son expresiones brutales para dominar y subordinar por parte de unos grupos sobre otros; es un asunto de poder. La violencia conviene como herramienta eficaz de dominar; pero no como herramienta de perdurabilidad para la vida, ni como herramienta de sustento de la humanidad.

Sin embargo, podemos fomentar las industrias culturales (Arciniégas 2007). Cuando se habla de los centros de concentración humana, se tiene que pensar en todos. Las naciones, las ciudades, los pueblos, las comunidades necesitan desarrollar su lado creativo. Tienen que cultivar e impulsar innovaciones económicas, políticas, sociales y culturales, así como fomentar estrategias que promuevan la recuperación socio-cultural y artística de estos lugares. Algunos hablan de “ciudades creativas” con políticas e incentivos económicos para el conocimiento y la información. Se piensa en un nuevo conocimiento que comprende la creatividad, y sobre todo la creatividad tecnológica y artística.

Es una idea revolucionaria que pone a la creatividad, al conocimiento y al arte en el centro del desarrollo humano sustentable. Ya desde la época de la revolución industrial del siglo XIX, algunos pocos ilustrados pensaban en “economías del arte”. Economías basadas en la actividad y receptividad creativa del ser humano. Decían que las obras de arte tienen tanto un objetivo funcional como artístico. Que las obras artísticas contribuyen a la vida del ciudadano, así como a su sentido de humanidad. De igual forma, se hablaba de una humanización del trabajo, es decir, un quehacer libre y creativo en contraposición con el trabajo forzado, impuesto por terceros que más bien tendía a apoyar la producción en masa y el consumo desaforado que llevaría a la vida deshumanizada que hoy día se ha llegado a padecer en casi todos los rincones del planeta.

Con esta innovada filosofía del desarrollo, se abren grandes posibilidades para las industrias culturales e igualmente para las personas creativas. El arte y la cultura tienen el valor de reconstituir la vida de manera sustentable a partir del fomento de la identidad de las comunidades, la creatividad, la unión de los ciudadanos. Las comunidades tienen que promover paradigmas nuevos para que sus ciudadanos se inclinen a actividades no relacionadas con la destrucción del ambiente, sino más bien con la creatividad individual y el talento. Industrias culturales como el diseño, la arquitectura, las artes audiovisuales y del espectáculo, la radio y la televisión, la música, la pintura, la escultura, la danza, la literatura o la publicidad pueden llegar a ser muy productivas y de alto rédito. Todo ciudadano debería de involucrarse en alguna actividad creativa para asegurar una mejor calidad de vida. Los bienes culturales son de menor impacto al ambiente que los bienes comunes de consumo que hoy día dominan el mercado y ciertamente, son de mucho menor costo en todo los sentidos imaginables. Esta perspectiva modificará el paradigma de la educación y permitirá grandes cambios en las políticas de protección del medioambiente, así como la preservación del patrimonio cultural e histórico de las comunidades.

Debemos construir una sociedad diferente y transdisciplinaria; así como re-inventar nuestros ecosistemas urbanos. Debemos aprender a vivir interculturalmente con justicia, solidaridad, trabajo en redes de cooperación y promoviendo la equidad y no la disparidad entre seres humanos a través de una educación para la humanidad y para la no violencia. Al fin y al cabo, todos los seres humanos somos seres vivos de la misma especie que compartimos un espacio y una serie de recursos limitados junto con otras especies de las cuales dependemos para subsistir, de allí que el vínculo entre los ecosistemas urbanos y los recursos naturales siempre debe ser considerado.


Prohibida la reproducción de este documento sin autorización. El mismo es un documento elaborado para fines educativos. favor citar la fuente. Los autores de este documento son investigadores en el campo de sociología de la conservación y docentes universitarios, con una experiencia de más de 10 años.

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